Allá por el año 2004 Norma Editorial publicó una serie de historias creadas a dos manos entre el guionista Roger Seiter y el ilustrador Cyril Bonin, tituladas Fog y desarrolladas en el Londres Victoriano, alrededor de dos detectives de Scotland Yard. Las tramas llenas de misterios y, sobre todo, el inconfundible dibujo de Bonin, me fascinaron. Esta colección de seis tomos de línea europea, están entre mis preferidos de mi biblioteca, en lo que se refiere al cómic europeo. Pues bien, recientemente la editorial Ponent Mon ha publicado un tomo, esta vez, de la mano de Bonin tanto en el guion como en el dibujo, con el que como os podéis imaginar, me he hecho rápidamente.
De nombre Cámara obscura, este cómic nos traslada a la Francia de principios del siglo XX, y específicamente a un palacete de la alta burguesía. El robo de tres cuadros en el que aparecen representados los antepasados de la familia, hará que un inspector de la policía intervenga en la investigación, adentrándose en el pasado de los dueños de la casa y el seguimiento de pistas entre los bajos fondos en los que se mueven los ladrones de obras de arte. A lo largo de 96 páginas, la historia se mueve entre las pesquisas del inspector y los adelantos técnicos y de transporte que el nuevo siglo XX ha traído a la sociedad francesa. Artilugios voladores, coches que cada vez corren a más velocidad y nuevos inventos se intercalan en una trama, en la que encontramos una historia de misterio y suspense, dirigida de la mano de un tradicional y perspicaz inspector de policía. Sus métodos e inteligencia hacen que las pistas vayan surgiendo en un guion muy entretenido, con el que recordamos el estilo clásico de un Poirot o un Sherlock Holmes.
Pero lo que me hizo lanzarme a la compra de este tomo fue el característico y para mí, espléndido dibujo de Bonin. Su estilo casi caricaturesco, unido a una perfecta ambientación histórica, hacen que su obra me resulte altamente atractiva e interesante. Las escenas presentan un total dominio tanto en interiores como exteriores, de la misma manera que la presencia de automóviles de época y otros artefactos, indican su preparación profunda para plasmar en el papel un trabajo lleno de detalles e historia. En definitiva una tomo de los que me gustan al nivel de cómic europeo. Un trabajo firme en el guion y con ese estilo tan personal de los ilustradores franceses que los hacen tan peculiares y atractivos. Muy recomendable.
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