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jueves, 13 de febrero de 2020

"La condesa descalza"

Estrenada en 1954, "La condesa descalza" traslada el clásico cuento de la Cenicienta al mundo del cine y al entorno social de los años cincuenta, de la mano de la sugerente y bellísima Ava Gardner. Dirigida por Joseph L. Mankiewicz, relata el descubrimiento en Madrid de una bailadora, la cual se convertirá en una fugaz estrella de cine, para pasar a codearse con lo más granado de la alta sociedad europea, en su búsqueda de un sueño idealizado en un cuento de hadas que la haga feliz. Sin embargo a lo largo de los años, los desencuentros, desilusiones y su propia pasión, la enfrentará a un callejón sin salida, malogrando su deseo por lograr aunar su ardiente personalidad con un final feliz a su pretendida vida de ensueño.
Todo el mundo recuerda esta película por la participación de Ava Gardner, sin embargo hay mucho más detrás de ella. Por un lado, un par de grandes actores la acompañan en la cinta. Bogart realiza una interpretación medida y asentada en la peculiar figura de un director de cine, amargado por las neuras y caprichos de un productor ricachón, en su búsqueda de una nueva cara para sus películas. Da la impresión que este personaje es un reflejo del propio Mankiewicz, en una crítica despiadada a la función de los productores en los años del Hollywood de oro y la compleja posición de los directores de películas en aquella época. Su papel cumple esta función y presenta al espectador una figura casi paternal en su amistad con la bailadora María Vargas. Como bien dice en un momento de la cinta, su relación de amistad a veces se confunde con la de confesor, psicólogo o consejero, afianzando una verdadera relación de complicidad y confianza, de la que bien poco se aprovecha la joven apasionada.Es quizás uno de los puntos fuertes de la película. Por otro lado tenemos al eterno secundario, Edmond O´Brian, merecedor de un Oscar por su encarnación del relaciones públicas del productor cinematográfico, en un papel en el que su personaje roza el peloteo y cierta hipocresía en su relación con su empleador.
Hay mucho que profundizar en las lecturas que se pueden realizar alrededor del personaje de Ava Gardner. No por casualidad el guión del propio Mankievicz fue nominado a los Oscar de aquel año. De la mano de varias voces en off, los hombres que conocieron a la protagonista cuentan su relación con ellas, trasladando al público el ensueño en el que transcurre su vida, en una fusión, entre sus deseos más carnales y su sueño por lograr la felicidad absoluta en un mundo al que en realidad no ha pertenecido nunca. Pero hay muchos mensajes escondidos en un guión complejo, lleno de rincones ocultos y aristas que inciden en las pasiones y deseos más humanos. Lo sexual sobrevuela continuamente su guión, mientras en un segundo plano y, aparentemente como un mero escenario, el director-guionista aprovecha para lanzar feroces críticas al statement cinematográfico de los productores en Hollywood, a la vanidad y vacuidad de las altas esferas económicas, el circo superficial que se muestra en el Festival de Cannes o a la decadencia de las antiguas aristocracias europeas.Tomando como guía a la actriz, su relato desde la escena del cementerio, hace recorrer al espectador un viaje de ensueño y continuos pulsos, en el que se representa estas críticas mordaces, en paralelo a una triste y dramática carrera por lograr un sueño.
"La condesa descalza" es una brillante radiografía crítica de una sociedad basada en el logro de los más variados deseos de triunfar en la vida, en base a la riqueza, el éxito y la admiración, desde el punto de vista de la joven bellísima y, en el fondo, desgraciada María Vargas, en su propio y muy personal cuento de hadas. Resalto el excepcional guión y las interpretaciones de sus protagonistas.

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