"Star Wars - El ascenso de Skywalker"

Tras un desinflado y despersonalizado Episodio VIII de Stars Wars, en el que el director Rian Johnson perfiló Los últimos Jedi, el bueno de J.J. Abrams ha querido recuperar la dirección de la supuesta última película de este universo con cuarenta años a sus espaldas. Y lo ha hecho con el mismo espíritu con el que inició esta última trilogía de la mano de El despertar de la Fuerza, donde la sensación de recuperación del sentimiento de la primera trilogía, remarca no solo su clónica personalidad, sino que se desmarca de la, en mi opinión, descafeinada e irregular propuesta de Rian Johnson.

Esta última entrega presenta a la Resistencia, presionada por la Primera Orden y, a Rey, continuando su entrenamiento para controlar la Fuerza de los Jedi. Sin embargo un rumor circula por la galaxia. Fuerzas oscuras de los Sith y el regreso a la palestra de dicha orden, sobrevuela lo que podría significar la destrucción de los rebeldes. Mientras Kylo Ren sigue buscando cómo convencer a Rey para unir sus fuerzas, la sombra de los Sith hará posicionarse a unos y otros en una guerra a tres bandas, en las que los puntos oscuros y el pasado de la protagonista tienden a esclarecerse, por el bien de una trama que llevaba demasiado tiempo oculta. 

Nos encontramos con una película en la que, sin afrontar nada excesivamente nuevo, las dos tramas principales, es decir, la lucha del bien contra el mal, la luz contra la oscuridad, juega en paralelo con la resistencia casi imposible de los rebeldes en juego en donde a priori deberían ser derrotados. Es indudable que la buena mano de Abrams propone una película que no da respiro. Tanto es así que algunos saltos en el tiempo y cambios de escena, resultan tan drásticos que llaman un tanto la atención. Sacrifica el hilo temporal continuo, haciendo que la película ruede sola, sin descanso, hilando de principio a fin, todo lo que sucede en ella. Las escenas de acción se entrelazan con los grandes dilemas a los que se enfrentan Rey y Kylo, con la interesante intervención de voces del pasado que intentan desequilibrar la balanza hacia la esperanza o la oscuridad. En general, y respecto a la trama de los rebeldes y la lucha contra sus enemigos, los escenarios y los personajes presentados me parecen coherentes y en general, bastante interesantes. Lástima que algunos de los secundarios aporten poco o nada a la trama. Me refiero a los lugartenientes de la Princesa Leia y al grupo de jinetes y su líder, que me recuerda, para mal, a la intervención en la anterior entrega del personaje de Rose Tico. Por lo demás, bien por las escenas de acción, aunque la batalla final resulte en algunos momentos demasiado oscura y confusa.

Lo que me ha gustado de este episodio ha sido la relación de Rey y Kylo, en su lucha y acercamiento. Sus combates espirituales y con la espada láser, hacen que las chispas salten, mientras la intervención de Leia y Luke y otras apariciones, no dejan de sobrevolar sobre sus cabezas. El peso del pasado, especialmente de las tres primeras películas de la saga, tiene una presencia muy especial. Y todo es gracias a la recuperación que Abrams hace del espíritu de la trilogía original, a nivel de escenas, épica, sentido de la Fuerza y recorrido de sus tramas. Poco ha ofrecido de nuevo en esta trilogía, pero de lo que él ha dependido, puede decirse que el resultado ha sido solvente y especialmente entretenido, aunque debo decir que no muy emocionante. El final propuesto por el director me parece coherente y cierra una saga con no malas sensaciones, aunque sin excesivos fuegos artificiales. Por cierto, y para terminar, el cameo que más ilusión me hizo, fue la aparición como piloto de una de las naves rebeldes en la batalla final, del bueno de Denis Lawson interpretando a Antilles, fiel compañero de escuadrilla de Ala-X de Luke Skywalker en las películas originales.