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lunes, 27 de enero de 2020

"El oficial y el espía"

La última película estrenada por Roman Polansky está dedicada al famoso caso del capitán Dreyfus, condenado por traición a Francia, a finales del siglo XIX, y que llevó consigo un escándalo mayúsculo, debido a la falta de pruebas y a su directa incriminación por su mera condición de ser judío. El director polaco dudó mucho a la hora de cómo enfocar la voz y el cómo se iba a contar la historia, hasta el punto de decidir no hacerlo desde el punto de vista del propio Dreyfus, sino que lo haría desde la perspectiva, más objetiva y protagonista, del coronel Picquart, testigo directo del proceso y encargado de liderar una segunda investigación contra viento y marea de sus mandos y de un país soliviantado contra la causa judía y los aires de crisis diplomática y guerra con Alemania.
Durante los primeros planos de "El oficial y el espía" el director nos muestra la degradación pública de Dreyfus en el patio de armas de los Inválidos de París y su posterior exilio a una prisión en una isla perdida de las colonias. A partir de este momento, el correspondiente ministro de guerra de Francia coloca al Picquart al frente del servicio de inteligencia e información, departamento que lideró la investigación y acusación del capitán judío. Una vez que toma posesión del puesto, una serie de investigaciones sobre el agregado militar alemán en Francia, le llevan a descubrir, entre muchos dimes y diretes, que la acusación sobre Dreyfus se basó en pruebas escasas e incluso falsas. Sin embargo, aunque traslada dicha información a sus superiores, estos no solo la esconden sino que además encausan a Picquart. Esto no impide que el caso más famoso de Francia en la época, vuelva a reabrirse y estudiarse años después.
Polansky realiza una metódica y académica película en la que Picquart realiza una minuciosa investigación del caso, siendo, con todo, un convencido antisemita. Sin embargo su creencia en la justicia y la verdad, le llevan a enfrentarse a un país enfervorizado. Solo algunos miembros del parlamento y el eminente Emile Zola le apoyan, especialmente éste último con su famoso artículo "Yo acuso". El director realiza un detallado viaje a aquellos años de  una Francia convulsa, aportando una portentosa ambientación, perfectamente apoyada y completada por una serie de interesantes interpretaciones, comenzando por un muy convincente Jean Dujardin, como el oficial al frente de la investigación. A lo largo de más de dos horas, los hechos, las pruebas, las evidencias y también las declaraciones públicas y privadas de los protagonistas, nos llevan a comprobar el exhaustivo estudio y la detallada investigación del caso realizada por el director, mediante la que ofrece al espectador un escenario creíble y sustancialmente realista.
Estamos ante una auténtico trabajo de filigrana en cuanto a ambientación y presentación de los hechos, cual crónica periodística o histórica. Y aunque conocemos los hechos, el desarrollo de la película no resulta aburrido, sino todo lo contrario, más que interesante. A nivel técnico y narrativo está magníficamente solventada. No por casualidad consiguió el premio del Jurado en el pasado Festival de Venecia. Polansky sigue dominando la narrativa de sus películas y lo demuestra nuevamente en esta producción.

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