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jueves, 18 de diciembre de 2025

"Jay Kelly"

Del director Noah Baumbach, recuerdo todavía con especial cariño su memorable Historia de un matrimonio, aquel film magníficamente protagonizado por Adam Driver y Scarlett Johansson. Pues bien, tras dirigir White noise, film que todavía tengo pendiente de ver, acaba de estrenar en Netflix su última película protagonizada por George Clooney. En un papel presentista y absolutamente central en el film, el actor interpreta a un actor de éxito, alcanzados lo sesenta años, quien tras terminar de filmar una peli, se replantea su relación con el cine, tras sufrir un tenso encuentro con un antiguo amigo de juventud y ante la situación forzada por una hija a la que está perdiendo por causa de su trabajo, sumado todo ello, al egocentrismo propio de un actor pagado de sí mismo al que le rodea y acompaña un ejército de asesores y ayudantes que le hacen la vida, quizás, demasiado fácil. En un momento de rebeldía, decide buscar y seguir a su hija por Europa, hasta llegar a la Toscana, donde tiene previsto recibir un premio homenaje de un pequeño festival de cine europeo. 
La película está interpretativamente soportada por un omnipresente George Clooney, en una papel que parece hecho para él, debido tanto a la implicación del actor en el personaje, solapando su realidad como actor, con la ficción contada en la peli, como especialmente por el sesgo de sentimiento emocional y propuesta un tanto irónica y por momentos caricaturesca, tan propia a veces del actor, plasmado a lo largo de todo el metraje. Clooney se vuelca totalmente en su interpretación de un hombre exitoso en Hollywood, al que las dudas planteadas por la llegada de la edad y de la salida del nido de su hija, le provocan tal crisis personal que lleva al límite a su séquito personal, hasta entonces inquebrantable y sólido apoyo en su profesión, y a plantearse severamente el sentido de su vida y carrera. Para ello el director le hace vivir una serie de experiencias que van definiendo su viaje geográfico por Europa, paralelamente a una serie de ensoñaciones que lo trasladan a momentos de su pasado que marcaron su carrera y su vida. Para ello, toda una serie de actores y actrices se van cruzando en su camino, real y mental, como si de un camino de redención se tratara, en un juego de escenas en las que Clooney aporta carisma, verdad y no poca autocrítica.
En el fondo de todo, la película resulta ser un instrumento emotivo y de homenaje al cine en general. La primera escena de la peli y la escena con la que se cierra, son muestras bellísimas, tanto técnicamente como sentimentalmente, de lo que significa el CINE en mayúsculas para el director y el actor. Estos dos momentos son quizás lo mejor de la película. Sin embargo, en este largo viaje, de más de dos horas y media, debo decir que el proceso mostrado por el actor y su compañero inseparable, encarnado por un sobresaliente Adam Sadler,  me resulta irregular y por momentos algo sonrojante. En ciertas escenas, la comicidad resulta un tanto forzada y el papel de Clooney algo caricaturesco, posiblemente en un efecto buscado por el director, pero que, en mi opinión, banaliza un tanto ciertos tramos de la peli, con un efecto entre risible y algo ridículo. El resultado muestra una tragicomedia irregular, loable en algunos momentos gloriosos para el actor, muy autocrítico con su profesión y los efectos de la edad, pero con otros momentos claramente olvidables para el espectador. 
Con todo, creo que aún siendo una película fallida, quizás su metraje excesivo no ayude, las interpretaciones de Clooney y Sandler merecen la aclamación del público y crítica. Es más, sin ser una peli de relumbrón, sendas actuaciones han sido incluidas merecidamente a las candidaturas de los Globos de Oro de este año. Sin duda, Sandler, en un papel de perfil dramático, juega mejor sus bazas, más contenidas, que las propuestas por un Clooney, volcado en un arriesgado trabajo en el que se critica ese mundo que se mueve alrededor de las estrellas del cine, pero que también, y de manera profundamente emotiva, en el que se propone un bello homenaje al mundo del cine y a la magia trasladada a la gran pantalla de las salas de proyección. En definitiva, el mensaje mostrado, a fin de cuentas, es que no dejéis de ir al cine.  




 

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