París. La Place Vendôme. El gran hotel Ritz. La Galería de las Maravillas. El Petit Bar. Su barman. Austriaco de nacimiento y francés de adopción. Judío. Su nombre, Frank Meier. Sobre ése fantástico micro universo construido alrededor de aquel lugar tan peculiar y sobre ese personaje principal omnipresente durante los años que dura la ocupación alemana de París, Phillippe Collin construye el día a día de una cotidianeidad compleja y sin medias tintas, transcurrida entre cócteles, militares alemanes, colaboracionistas, gentes de relumbrón y quienes deben realizar auténticos equilibrios para no ser descubiertos y sobrevivir a aquella difícil situación.
El autor nos describe con auténtica pasión y detalle, cómo se desarrolla la vida en aquel pequeño pero elegantísimo bar del Ritz, gestionado por su barman, bajo la dirección de sus directores Claude Auzello y Hans Elmiger, atenazados por la propietaria, la mismísima Marie-Louise Ritz. Porque ante todo, hay que adelantar que esta novela está protagonizada en su gran mayoría por las personas reales que componían y completaban el ir y venir en aquel micro cosmos, en el que el glamour, la elegancia y el alcohol se mezclan con los oficiales de alta graduación y gerifaltes nazis que ocuparon la capital de Francia durante cuatro años. Cuatros años, en los que algunos clientes desaparecen y otros se incorporan, en un juego de amistades peligrosas, secretos inconfesables, amores prohibidos y la simple necesidad de dejar la guerra atrás y cobijarse en un lugar donde, a veces, parece que todo sigue igual, a pesar de los tiempos que corren.
Y mientras esto sucede, el autor narra por medio de capítulos cortos, las especiales circunstancias en las que se mueve nuestro barman, un hombre fiel a sus cócteles y a su elegante barra de bar, para dotar a sus clientes, sean quienes sean, de los momentos y espacios necesarios para disfrutar de aquel restringido y elegante rincón de París. En este transcurrir se cruzan en el camino, hombres y mujeres con distintos intereses, todos ellos reconocibles gracias a las fotos que Collin incluye al final de su novela, y todos atados a su destino, algunos fieles a un uniforme pero recelosos de quien les lidera, otros simple supervivientes que dejan pasar el tiempo con tal de sobrevivir y pasar inadvertidos, y quienes van más allá, colaborando con el enemigo en un momento de debilidad y cruda supervivencia. Pero por encima de todos ellos está Frank Meier, un hombre fiel cumplidor de su trabajo, comprometido con sus orígenes judíos y leal empleado de su Petit Bar y de sus amigos.
Esta novela habla de aquellos que, en su supervivencia diaria, ponen por encima de todo su compromiso vital y laboral, su situación como receptores de secretos y conversaciones, de esas que tanto se escuchan en la barra de un bar y en las mesas colmadas de bebida y alcohol, mientras deben convivir con lo inevitable y lo indeseado, en un juego en que su vida queda a merced de una sonrisa, un copa bien puesta y cierta poderosa discreción, a veces tan forzada y necesaria para sobrevivir. La amistad, el amor, la traición y el miedo conviven con el glamour, los uniformes y las medallas, en un lugar que se ha convertido en el escenario donde su protagonista sobrevive casi impasible, mientras transcurre una guerra que está destrozando Europa y a sus gentes.
Todo esto y mucho más, se cuenta en esta magnífica novela de personajes y situaciones englobadas en un momento crucial, en un lugar especial y casi minúsculo, que aglomera lo mejor y lo peor de la humanidad, en su representación de un fresco deliciosamente narrado y pulcramente desarrollado. Fantástica novela que recomiendo sin dudarlo.

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