Siempre, y digo siempre, hay que celebrar la publicación o el estreno de algún producto en el que intervenga el escritor y guionista Dennis Lehane. En esta ocasión, AppleTV estrenó este verano una mini serie creada por el propio autor, y aún más, ya que además, escribe el guion de algunos de los nueve episodios de los que consta la serie.
Esta producción se inspira en un caso real de un pirómano en los EEUU. Desarrollada en el departamento de investigación de incendios intencionados del sur de California, un joven y exitoso investigador intenta resolver dos casos de pirómanos que están arrasando la zona. A una joven detective de policía, una compleja relación con un agente superior le lleva a formar equipo con este agente lleno de ego e ínfulas de escritor y éxito. Ambas personalidades chocan a causa de sus propias características y heridas psicológicas, complicando la resolución de dos casos sin pistas y aparentemente difíciles de resolver. Mientras la serie nos cuenta la trayectoria vital de uno de los pirómanos, convirtiéndose casi en una trama paralela, llena de crítica social y cargada de drama, la relación de ambos protagonistas y los personajes que surgen a su alrededor, nos va acercando a la figura desconocida y misteriosa del segundo pirómano, en un juego de pistas, despistes y juego del gato y el ratón.
La serie funciona bien en cuanto a ritmo, entretenimiento y a nivel de suspense, hasta bien entrada la serie. El trabajo psicológico que realiza sobre los dos protagonistas, presentando sus extremos personales y las relaciones con su entorno perfilan ambos caracteres extremos. Respecto al guion, hay que reconocer que tiene bastantes trampas, algunos vacíos y que juega con el espectador, aunque esto no le resta funcionalidad y entretenimiento. Yo, particularmente, se lo perdono todo. A mí en general, la serie me ha gustado mucho en lo que ofrece. Sin embargo, también es cierto que su capítulo final no hay por donde cogerlo, en un episodio un tanto loco, incomprensible en algunas fases y bastante endeble.
Respecto a sus protagonistas, de Jurnee Smollet y Taron Egerton, me quedo con la primera, más controlada y precisa que el segundo, excesivo y descontrolado en su papel. La aportación de Greg Kinner está un tanto descafeinada y su personaje queda desvaído. Por lo demás, la intervención de John Leguizamo en un personaje excéntrico y descojonante, sumado a algunas fases de la trama, especialmente la que cuenta todo lo relativo al primer pirómano, hace que esta serie merezca un visionado, aún conociendo sus debilidades, que las tiene.
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