Estrenada en el Festival de Toronto en 2024, he tenido el gustazo de disfrutar recientemente de El regreso de Ulises película dirigida por Uberto Pasolini del que no he visto ninguna de sus tres películas anteriores. Acompañada por el fin de la filmación de la última película de Michael Mann dedicada a la Odisea y que ya se encuentra en la sala de montaje para ser estrenada en 2026, la película protagonizada por Ralph Fiennes como Ulises y Julietta Binoche como Penélope, parece ser la antítesis de lo que Mann posiblemente nos ofrezca dentro de un año, pero cuidado, no por ello peor o de menor calidad.
La película comienza con una imagen bella del mar, de su oleaje infinito, de su inmensidad, para acercarse poco a poco la cámara a una isla, Ítaca, y mostrar en una playa, en unas rocas, el cuerpo abandonado y náufrago de un hombre. Ulises ha regresado a su patria tras viajar, luchar y vencer en Troya, después de una largo y azaroso viaje de vuelta a su reino, muchos años después. A partir de este momento el protagonista se adentra en la isla y encuentra quien le reciba en su cabaña. Mientras, el director nos muestra la capital de Ítaca tomada por príncipes de toda Grecia, buscando desposar a la reina Penélope, suponiendo la muerte de Ulises. Mientras su hijo Telémaco no entiende la tardanza de su madre por tomar esposo, ante los abusos y desmanes de los príncipes extranjeros, Penélope teje el sudario del padre de Ulises, para destejerlo por las noches, con la idea de retrasar lo máximo posible lo que ella considera sería una traición a su marido perdido. Lo demás, se da por conocido, por la epopeya narrada por Homero en la Odisea y, si no es así, no desvelaré mucho más, para que el que quiera pueda acercarse a disfrutar de esta joya cinematográfica naturalista, profunda y cercana de los protagonistas de la película.
Pasolini, sobrino del director Luchino Visconti, realiza una película sin estridencias, en un formato naturalista, localizado y filmado en agrestes paisajes de Corfu y el Peloponeso, y en un castillo semiderruido, mostrando con inteligencia, un decorado minimalista, más allá de lo aportado por la naturaleza, un poco de atrezo y un gran uso de la iluminación nada o poco artificial, basada en la iluminación solar y los fuegos de las hogueras de los interiores. De esta manera, consigue trasladar al espectador a los confines de la Edad de Bronce de Grecia con cierto acierto y escapando de espectaculares recintos o ambientaciones, buscando más los sentimientos y las profundas heridas de unos personajes que se ven empujados por los designios del destino. Por un lado, tenemos a un Ulises agotado y cansado por su travesía de años, de pérdidas y luchas, pero también de satisfacciones y aventuras. Sus dudas trasiegan en saber qué será de su reino y su familia. Por otro, Penélope esperanzada en su regreso, pugna contra sus pretendientes, mientras el reino de Ítaca se derrumba ante el abuso de unos y el olvido de otros.
Las escenas se suceden, en un porcentaje altísimo, como si se tratar de una obra de teatro. Los diálogos son directos y los gestos y los sentimientos afloran en las interpretaciones de los protagonistas. Sin decorados innecesarios, lo importante está en las palabras dichas y en los actos que provocan los acontecimientos. Fiennes y Binoche realizan unas interpretaciones sublimes y contenidas, por ello no menos representativas de los que sus personajes sienten y sufren tras el paso del tiempo y el posterior reencuentro, tan inevitable como violento, en la sala del trono de Ítaca. Dos escenas, un de noche y otra de día, marcan las posiciones de ambos tras años de espera, de pérdida y de búsqueda. Las escenas de acción son pocas, apenas dos, pero marcan cierto tono épico, aunque en un modo menor, acompañadas de una interesante y comedida partitura compuesta por Rachel Portman. Resultan también interesantes las actuaciones de Mónica Molina como Euriclea, sirvienta de Penélope, Charlie Plummer encarnando a Telémaco, Marwan Kenzari como el pretendiente Antino y Claudio Santamaría como el fiel Eumeo.
Yo, particularmente salí encandilado por la película, gracias a su ambientación comedida, que me recuerda un tanto al estilo del Hamlet de Zeffirelli, y por un guion muy cuidado, en el que se da importancia a los sentimientos sentidos por los protagonistas y al choque entre la culpabilidad de Ulises y la espera de Penélope, en un previsible reencuentro deseado pero también definitorio en cuanto a la violencia exprimida, como nexo de unión entre la partida y el regreso de Ulises. Particularmente, entiendo que no es un film para todos los gustos. Su presentación es tan refinada como un tanto agreste, y su ritmo, puede decepcionar a algunos, pero en mi opinión, en este film se encuentra la esencia de la historia que cuenta, sin estridencias, sin fuegos artificiales innecesarios. En definitiva, para paladares delicados y literarios, sin duda, gustará.
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