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lunes, 22 de septiembre de 2025

"Hay ríos en el cielo" - Elif Shafak

Con el nexo de unión del agua, su efecto creador y una escena primigenia en el palacio de rey Asurbanipal en la ciudad de Nínive, la autora británico-turca, Elif Shafak, construye una evocadora novela que presenta al lector, tres historias paralelas localizadas en la segunda mitad del siglo XIX y en los años 2014 y 2018. En base a las tramas presentadas, la autora ahonda, con sentido y con mucho sentimiento, en los secretos y misterios del río Tigris, la escritura cuneiforme y la cruel vivencia de los zayidíes, grupo étnico y religioso, localizado en territorio iraquí,  objetivo de múltiples persecuciones a lo largo de la historia.

Para Elif Shafak el agua tiene un recorrido universal en el tiempo y en espacio, trasladando de alguna manera, memoria y conocimiento entre generaciones. Para recorrer este camino de ida y regreso, el agua se evapora, llega a las nubes y cae sobre la tierra y sus habitantes en forma de gotas de lluvia. Con esta premisa, se une el destino y se formaliza un nexo transversal entre los protagonistas de esta sui géneris novela. Por un lado, encontramos a un tal Arthur Smith, basado en el personaje de George Smith, un hombre humilde y tremendamente estudioso que consiguió traducir, en el tercer cuarto del siglo XIX, la escritura cuneiforme recogida y almacenada en el British Museum de Londres, y que posteriormente, viajaría a Irak para su estudio en el terreno. Esta parte puede considerarse propia del género de la novela histórica, en un recorrido por las calles, entornos y gentes del Londres Victoriano. Arthur goza de la clarividencia de recordar y recomponer en su mente todo lo que ve, en base a lo cual, pasará de vivir una cruel y pobre vida en los suburbios más sucios y terribles de la capital, para trabajar y exponer sus estudios para lo más granado de la sociedad londinense. 

Sin embargo, Elif Shafak, decide dar un cambio drástico al perfil de su novela, para volcarse además, en sendas historias localizadas en la actualidad. La primera de ellas en el año 2014, protagonizada por una familia de zayidíes que sobreviven en Irak, en pleno alzamiento yihaidista. Una niña y su abuela, una mujer con la capacidad de encontrar agua en el desierto, recorren un camino lleno de obstáculos para iniciar a la niña en un proceso de aprendizaje sobre su etnia, sus leyendas y creencias, muchas de ellas, construidas alrededor del agua. La segunda trama, aún se sitúa más cerca de nuestro presente, en pleno 2018 y en la moderna urbe de Londres. Una joven científica especializada en el agua y conservación mundial, se enfrenta a un divorcio no bien aceptado por sus tío, coleccionista de obras de arte antiguas, mientras comienza una amistad con una mujer especializada en realizar tatuajes en escritura cuneiforme en un local situado frente al British Museum. 

Estas tres historias transitan paralelamente a lo largo de la novela, unidas claramente por su relación con la cultura mesopotámica antigua y su cercanía al elemento del agua, especialmente con el río Tigris y la memoria histórica de los zayidíes, en referencia a su cultura tradicional. En ese caminar, los protagonistas sufren una serie de experiencias personales que los van uniendo en pensamiento y sentimientos, narradas por la autora con cierta mística evocadora, especialmente en la parte localizada en 2014 y también en el viaje realizado por Smith al Irak, entonces bajo dominio del Imperio Turco. Respecto a la fase ambientada en 2018, los sentimientos derivan a una crisis de pertenencia y supervivencia familiar que difiere un tanto de las dos anteriores, aunque se unifiquen alrededor de la escritura cuneiforme y su significado. 

Reconozco el valor del trabajo realizado y, sobre todo, el fin buscado en cuanto a desvelar al lector la existencia del pueblo zayidí y la terrible persecución en la que se ve envuelta en su historia, el acto destructor del ser humano en cuanto al agua se refiere, un medio necesario y maltratado por nuestro mundo, y el importante factor unificador en las tramas del descubrimiento de la escritura cuneiforme y, por ende, la existencia y conocimiento de la obra milenaria conocida como La epopeya de Gilgamesh. Sin embargo, para mí, particularmente, estas narraciones paralelas no consiguen aunar interés por igual en todas ellas, aún reconociendo la literatura versátil, llena de humanismo y mística, de la autora. A ratos perdía interés en su lectura, y a ratos me embargaba lo que contaba en sus páginas, provocándome cierto desconcierto durante su lectura. Tengo sensaciones encontradas sobre esta novela, aunque reconozco el oficio y calidad en una narradora que seguiré de cerca, seguro.



 

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