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lunes, 10 de febrero de 2025

"Campesinos y señores", "El arado y la espada" y "Una paz cruel"- Theodor Kallifatides

 
El escritor sueco de origen griego, Theodor Kallifatides es sobradamente conocido en nuestro país por sus obras publicadas en los últimos años. Sus historias y narraciones, localizadas muchas de ellas en su añorada Grecia, le han convertido en uno de los grandes escritores europeos de su generación. Sin embargo, las tres novelas escritas durante los años setenta que lo encumbraron como un literato de carácter todavía no habían sido traducidas en nuestro país. Me refiero a su trilogía ambientada en el periodo trágico que transcurre en su Grecia natal entre los años 1941 y 1949. La primera de ellas se titula Campesinos y señores.

En aquellos años Kallifatides solo era un mozalbete que correteaba en un pequeño pueblo del sur del país. En 1973, fecha de publicación de esta novela, el autor rememora los recuerdos de su infancia en pleno comienzo de la Segunda Guerra Mundial, cando se produjo la inicial invasión de las tropas de Mussolini y la posterior entrada del ejército invasor nazi. Mientras el país entra en el largo y complejo enfrentamiento frente a quienes aspiran desde el exterior a conquistar Grecia, paralelamente el conflicto interior se encalla y agrava tras años de golpes de estado, dictaduras y enfrentamientos civiles. El escenario de enfrentamiento y crisis que sufre el país se traslada sin remedio al micro universo de un pueblo en el que los poderes fácticos y las clases trabajadoras tensan una convivencia abocada a un coche social y violento, mientras intentan sobrevivir a la dura y sangrienta ocupación de los alemanes.

Mientras se suceden algunas muertes y detenciones para surtir de mano de obra a los alemanes en la construcción de un aeropuerto militar cercano, se presenta al lector con viveza y especial agudeza, las características y peculiaridades de los pobladores del aquel pueblo. Como en cualquier otra población de la época, las diferencias sociales se agrandan en el mundo rural, mostrando a los privilegiados señores y ricachones frente a los agricultores y campesinos más desfavorecidos. Por supuesto no podían faltar esos personajes tan típicos de ese micro universo como pueden ser el alcalde, el médico, el maestro, el gendarme o el cura, todos ellos relacionados con uno u otro estamento de una u otra manera, generando mil y una historias y anécdotas, a las que se unen los artesanos y gremios del pueblo, hasta generar un rico y variado plantel de protagonistas de la novela. 

Hay dos factores claves en los que apuntala su narración el autor canadiense. Me refiero a la política, especialmente tensada por la presencia de personajes de tendencia fascista y comunista, no solo en base a la presencia de los invasores, sino también, marcada por la herencia política de un país en crisis desde hace años, especialmente tras la derrota producida Turquía a finales de los años veinte. Este posos ideológico pulsa la relación de aquellos ciudadanos que, tarde o temprano, algunos de ellos, provocaran emigraciones voluntarias y escapadas al monte forzadas. La ida y venida de estos personajes marcan la tendencia de muchas de las situaciones más duras e inexplicables acaecidas en el pueblo. El segundo pilar de la novela es la presencia de las mujeres que van apareciendo en la narración. Aparentemente implicadas en un segundo plano de la vida cotidiana desarrollada en las tabernas y despachos del pueblo, su presencia continua y firme detrás de cada uno de los protagonistas masculinos, aparece como un rotundo y merecido homenaje a su labor y prestancia. 

En esta primera entrega, Kallifatides apenas nos muestra, nos describe a quienes conviven en aquel pueblo aparentemente anodino e invadido por los ecos que provienen de una país en crisis. Sin embargo, la riqueza de personajes y las situaciones acaecidas, unido  al extremo de la ocupación nazi, hace que esas situaciones aparentemente normales en una época de profunda estratificación social y económica, así como ideológica, se muestren al lector como una complejo caleidoscopio vital. Las relaciones se rompen a la menor y los cotilleos transforman amistades en profundos odios, mientras quienes mandan buscan mantener el poder establecido de toda la vida, y quienes sufren pobreza e injusticia, poco pueden hacer por cambiar su situación establecida desde hace años y décadas. En ese escenario tan lleno de color y de sufrimiento, fantásticamente dibujado y profundizado por el autor, se nos muestran los primeros años de ocupación en una Grecia que se enfrenta sin remedio a un futuro sangriento marcado por el enfrentamiento civil germinado en odio y venganza. 

"El arado y la espada" es la segunda novela de la trilogía que Theodor Kallifatides escribió en los años setenta, dedicada el periodo de la historia de Grecia que va desde los años previos a la Segunda Guerra Muncial, hasta la Guerra Civil que sufrió el país a finales de los años cuarenta. El protagonista de sus páginas es el pueblo de Yalós, una localidad inventada y situada en el sur de Grecia, en la provincia de Laconia, pero plasmada a imagen y semejanza del lugar de nacimiento del autor. Si bien la primera novela se localiza antes y durante de la ocupación alemana, ésta que hoy nos ocupa, se vuelca en el periodo de salida del los alemanes y el comienzo de la Guerra Civil, un periodo de de esperanza y ocasiones perdidas, en las que se ven envueltos los habitantes del pueblo supervivientes a la guerra de ocupación, envueltos en rencillas políticas y familiares herederas de años de zozobra y odio encallecido.

Kallifatides sigue volcado en narrar las desventuras de quienes protagonizan esta novela que juega entre la épica y el costumbrismo, en una narrativa que apuesta por navegar en la vida de quienes sufren los embates de un país que tras la ocupación nazi, ve visos de nuevos horizontes de libertad, y que sin embargo, se ve empujado a heredar la violencia ideológica y política marcad por los nuevos líderes del país. Es en este momento cuando Inglaterra se presenta como el salvador de Grecia, con la premisa de eliminar a las fuerzas partisanas comunistas que lucharon contra los alemanes, con vistas a apoyar un gobierno conservador que se cimienta en fuerzas fascistas, eternas enemigas irreconciliables de un comunismo llamado a ser derrotado.  Si bien las fuerzas británicas se muestran como un elemento pacificador, su permisividad ante los abusos de los elementos fascistas con tal de controlar un país en ebullición, provoca grandes desengaños y decepciones entre la población. tras la salida de estos del país y después de unas elecciones teledirigidas y la entrega de las armas por parte de gran parte de los movimientos comunistas el país, ahora monárquico, se queda en manos de quienes se empeñan en coartar la libertad de unos y cobrarse venganzas del pasado. El definitivo enfrentamiento civil en ciernes no tardará en llegar, mientras los desmanes de los fascistas y antiguos odios siguen resquebrajando aires de libertad. Como bien dice el autor, tras la 2ª G.M. "A aquellos señores no les gustaba ver a los antiguos sirvientes como señores, y a los sirvientes no les gustabas ver a otros sirvientes como señores" Ni siquiera el Plan Marshall promovido por los EEUU aliviará la situación de pobreza, hambre, violencia y confrontación que impera en el país.

Y todo esto sobrevuela al pueblo de Yalós y su población, en un caminar paralelo a lo que sucede en el país. Los desastres de la guerra se respiran ante la falta de los seres perdidos y de los supervivientes que crecen y envejecen en una población donde todo se magnifica, desde lo juegos de los niños ya no tan niños, y las fuerzas vivientes que buscan mantener el poder, mientras aquellos que se fueron vuelven a malas, y otros regresan al monte. Como sucedió en la primera novela de la trilogía, son las mujeres, las que han sobrevivido a tanta maldad y testosterona violenta, las que mantienen la esperanza y la vitalidad sufriente de una micro sociedad castigada hasta la saciedad por las ideologías enfrentadas y las envidias mundanas más enraizadas. Sus personajes sirven de enlace entre unos y otros, ganadores y vencedores, pendencieros y pacíficos, pensadores y activistas, en un pueblo donde el equilibrio entre sus habitantes se rompió antes de la guerra, generando muertes, exiliosy , lo que es peor, desesperanza. 

Y todo esto, tan humano y tan hiriente, lo narra Kallifatides en un rol literario que juega con pasajes en los que los mundanos juegos pendencieros y violentos recuerdan a los enfrentamientos entre aquellos míticos héroes y semidioses de la mitología griega, convirtiendo lo ordinario y tan tristemente humano en casi mítico. Su construcción literaria de lo narrado en un estilo costumbrista y popular, se acerca por momentos a lo poético, en su afán por enlazar los hechos con leyendas antiguas fusionadas con las tragedias y heroicidades presentadas en el escenario de una Yalós polvoriento marcado por la sangre derramada de unos y el odio volcado sin remisión sobre otros. Todo esta bellamente escrito y narrado, en la realidad sufriente de quien sufrió en su niñez los avatares de los sucesos acaecidos en aquellos años, a la espera de la debacle final de la emergente guerra civil de finales del los años cuarenta, de la que podremos leer el próximo octubre con la publicación del cierre de la trilogía. 

Con la novela Una paz cruel, Theodor Kallifatides cerró allá por el año 1977, la trilogía que junto a Campesinos y señores y El arado y la espada, dedicó al periodo de abarca en Grecia desde a los años previos a la 2ª Guerra Mundial, pasando por la posterior Guerra civil griega, hasta el año 1949 y los primeros años cincuenta. Si bien en las dos primeras entregas, las tramas desarrolladas y los personajes tratados se sitúan en la población del sur del Peloponeso, llamada Yalós, en este cierre de la trilogía traslada la acción a Atenas, con los últimos conatos de la guerra civil a punto de finalizar. No solo cambia el escenario de manera rotunda, sino que además del gran número de personajes que han pasado por los anteriores libros solo quedan aquel maestro del pueblo, su esposa y su hijo Minos, para verse completados con nuevos secundarios que forman parte del paisaje urbano de una Atenas que esconce la miseria de los perdedores y la bravuconería de los vencedores, tras largos y duros años de guerras.

Atenas ha fagocitado a emigrantes y huidos de los pueblos de toda Grecia. Los edificios acaparan miles de personas formando comunidades creando micro universos tan ricos y heterogéneos como los que se mostraban en el pueblo de Minos, en las dos entregas anteriores. Las jerarquías y las particularidades propias de la comunidad donde vive Minos y su familia, forman parte de la idiosincrasia de la nueva Grecia de postguerra. Los habitáculos se masifican, se comparten las zonas comunes como escaleras y baños, conformando un rico batiburrillo de especímenes humanos, marcados en gran manera por su condición de emigrantes y perdedores en la reciente guerra. En este caso, el maestro y padre de Minos no puede dar clases debido a su pasado, y mientras el hijo mayor se pudre en una cárcel y la madre materializa la supervivencia de la familia, Minos se enfrenta a un nuevo colegio, nuevos amigos y el glorioso y duro paso a la pubertad, y por ende, al conocimiento del sexo y sus experiencias. 

Con el trasfondo del fin de la guerra y la derrota comunista, mientras los estadounidenses cimentan al nuevo gobiernos de derechas, la vida subyaga a nuestros protagonistas en una clarividente y fresca visión de Kallifatides basada en un costumbrismo que recuerda en diferentes fases a épocas de la posguerra española, en ese rico universo de claro oscuros sociales encumbrados bajo la mirada del joven Minos. Mientras la supervivencia de la familia se mantiene en un entorno pobre e incluso a veces esperpéntico, Minos avanza en su adolescencia a la par de un país lanzado a pasar página, a pesar de el marcado sacrifico de los que fueron perdedores. La afición del joven por los libros, el cine y las mujeres marcan profundamente un texto lleno de tristeza pero salpicado también de ilusión por descubrir todo lo que ofrece la gran orbe de Atenas. Una ciudad que conforme pasa el relato, crece hacia las afueras ofreciendo a algunos, nuevas oportunidades. Mientras, los gobiernos alternativos buscan llevar al país hacia la modernidad deseada, y deciden que hacer con aquellos que fueron derrotados, en una pugna por buscar su defección a base de promesas o torturas, que más dará, mientras la cuestión sea dejar atrás un pasado que rompió el país en una quiebra total.

Las escenas se intercambian en un suculento juego narrativo entre lo que sucede alrededor de Minos, en su personal descubrimiento vital, y los hechos que acontecen en la familia en su complicada existencia, y los factores que afectan a la sociedad griega promovidos por los gobiernos tradicionales y conservadores del momento. En esa compleja red de intereses y supervivencias, Kallifatides, muestra una visión tan compleja como la que define a aquella sociedad, marcada por las terribles penas heredadas de la guerra y la esperanza de quienes miran confían un mejor porvenir y empezar de cero. Con todo lo cual se cierra esta trilogía, magnífica por su capacidad de mostrar desde la dura cotidianeidad de un nutrido grupo de personajes, en su evolución paralela a casi una década de guerras e infortunios, y vista desde la sabia inocencia de quien la vivió en sus carnes.  





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