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jueves, 9 de enero de 2025

"Nosferatu" (2024)

Sin duda, para mí, es la película del final del año 2024, por la expectación provocada y por la calidad de la producción, sello personal del director Robert Eggers, sin duda uno de los mejores directores de la última década. No hace falta recordar que sus tres anteriores películas, La bruja, El faro y El hombre del norte, son la muestra fehaciente de la sólida línea tan personal, creadora y estética que aporta a sus producciones. No hace falta decir que soy un acérrimo fan de todas ellas y que tras ver y disfrutar su Nosferatu, todavía lo soy más. Este hombre es fiel a sus compromisos cinematográficos y tiene la solvente y gratificante capacidad de aportar a todos sus proyectos la excelencia técnica, narrativa y evocadora, tanto en lo físico y tangible como en lo psicológico y etéreo, sin caer en sucedáneos ni rocambolescas propuestas.
La película que reseño hoy no esconde ser una adaptación del Nosferatu dirigido por el director alemán Wilhelm Murnau, allá por 1922. Nadie esquiva el conocimiento de que se trata de una versión un tanto personal, la de Murnau, del Drácula de Bam Stoker. Y también se ha escrito y difundido mucho últimamente, sobre las dificultades legales que tuvo aquella propuesta ante la demanda presentada por la viuda del escritor de tal manera que casi consiguió que la película desapareciera totalmente. Pues bien, Eggers, desde que finalizó su primera película en 2015, ha deseado llevar a la pantalla su propia adaptación de aquel film, icono visual de la historia del cine. Su trama es conocida por todos, siguiendo las líneas argumentales de aquella producción de 1922. 
La historia se desarrolla en una ciudad alemana en el primer cuarto del siglo XIX. Este dato y, especialmente, el cambio de nombres de los personajes y algunas variaciones argumentales, sobre todo en el porqué del viaje del conde Orlok desde su Transilvania natal hasta aquella población, son las diferencias más reseñables con la novela original. No voy a aburriros contando una historia bien conocida por todos, más allá de entrar en algunos detalles reseñables que marcan esta producción, sin tampoco entrar en su comparativa con la versión de 1922 que, pienso que solo desvirtuaría la visión actual de aquel ser terrorífico que ha querido trasladarnos Eggers, logrando estamparle cierta esencia propia. Por supuesto, en la dinámica habitual del director, el folcklore, las tradiciones, los miedos psicológicos, las epidemias, la muerte y el terror a lo desconocido, se presentan al espectador en un acompañamiento profundamente carnal de los personajes principales del film, particularmente Ellen y Orlok. Esa relación erótica, primaria, casi arcaica, tan propia de los más humanos y profundos sentidos, marca el devenir de una historia en la que la protagonista resulta ser el pilar sobre el que bascula toda la película. En este caso, la actriz Lilly-Rose Depp, realiza una interpretación loable, creíble y por momentos terrorífica, en cuanto a su oscura y psicológica relación con Orlok, el Nosferatu protagonista. 
En el papel del enamorado de Elle tenemos a un simplemente solvente Nicholas Hoult. Quizás sea el papel menos lejano del original de Stoker y quizás el que menos resalte entre los demás. Le acompañan Aaron Taylor-Johnson, muy logrado como el marido de la mejor amiga de Elle, y el gran William Dafoe, encarnando al Dr. Von Franz, el personaje que provocó, en gran manera, la demanda de la viuda de Stoker, por su gran impronta de especialista en ocultismo, leyendas y magia negra. Todos ellos sostienen de maravilla la trama, junto a un irreconocible pero absolutamente terrorífico Bill Skarsgard, especialmente marcado por el uso fantasmagórico y penetrante de su voz, razón por la que recomiendo ver la película en versión original. Acojonante.
¿Pero qué sería de este portentoso fin sin la aportación técnica de la imaginativa y asombrosa visión cinematográfica de Eggers? La capacidad de este director de trasladar escenarios, sensaciones y pensamientos claustrofóbicos y terroríficos, desde la aportación clásica del uso de planos, escenarios, planos secuencias y frontales, así como la posterior producción en el montaje y la aportación de la banda sonora, muestran una de las mentes más preclaras de la cinematografía actual. Además, en homenaje de esta producción a la película original, se aporta un notable trabajo en el uso de las luces y sombras y la capacidad de incluir por momentos una valiente puesta en escena absolutamente teatral. A este solvente trabajo de interiores y retratos penetrantes, el director aporta, como ha hecho siempre en sus anteriores producciones, una escenografía en constante movimiento, haciendo que las cámaras, tan pronto se paran ante el intérprete, como se mueven alrededor de los personajes sin que apenas el espectador se de cuenta, envolviéndolo de la atmósfera que busca el director, sin darle respiro ni consciencia de lo que se avecina, y convirtiéndolo en un testigo exclusivo dentro de la película.
Si sumamos a todo esto el trabajo de ambientación, efectos y producción de sonido, la partitura de la banda sonora, el vestuario y maquillaje, tenemos ante nuestros ojos, una película tan ambiciosa como certera en su objetivo. Debo decir que nunca me han dado miedo las producciones dedicadas al personaje de Drácula, ya sea en sus versiones de Bram Stoker o de Nosferatu, sin olvidar la adaptación que realizó Werner Herzog. Sin embargo reconozco, que en alguna escena de esta versión, me he quedado con la boca abierta, con la sangre helada, casi trastornado por la capacidad de trasladar el terror más oscuro y siniestro a la pantalla y las caras, especialmente de Elle y su pareja, Thomas. En definitiva, debo decir que Eggers ha dejado bien claro que ha venido para quedarse en el plantel de los grandes realizadores del momento, por su capacidad de coger la historia, involucrarse en ella, crear su propia y personal atmósfera y lograr hacer de ella un producto único, inefable, categórico y particularmente diferente. Se  me nota en exceso mis parabienes con el director, pero la verdad es que me tiene cautivado, no solo por el aparato técnico que maneja sino también por el trabajo de dirección de actores y actrices, en quienes que aporta y eleva su propia visión de la historia que termina por plasmar tan maravillosamente en la pantalla. Bravo!!!


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