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lunes, 29 de abril de 2024

"La ciudad en ruinas" - Don Winslow


Parece increíble que esta novela que reseño hoy, cierre de la trilogía protagonizada por Danny Ryan, sea la última que escriba y publique el escritor estadounidense Don Winslow. He disfrutado año tras año de sus novelas, desde que escuché en la radio a mi querido crítico de cabecera, Carlos Boyero, recomendar efusivamente El poder del perro, la primera entrega de la trilogía que Winslow dedicó al universo de los narcos en Méjico y EEUU. En mi opinión, junto a El Cártel  y La Frontera, es uno de los ejercicios novelísticos modernos más importantes y grandiosos de los últimos años. A partir de aquellas lecturas, por mi escritorio y biblioteca han pasado casi todos sus libros, entre los que están sus más recientes novelas publicadas por Harper Collins en España, como son RotosCorrupción policial y las dos primeras partes de la trilogía que hoy termina, Ciudad en llamas y Ciudad de los sueños. A estas lecturas sumo algunas novelas con más años a sus espaldas como son El invierno de Frankie Machine y Muerte y vida de Boddy Z

Pues bien, en La ciudad en ruinas encontramos a Danny Ryan asentado en Las Vegas, tras unos años de huidas, altibajos, nuevos negocios y más de una ocasión en la que casi salta al precipicio, echando a perder todo lo conseguido, en una carrera siempre hacia adelante, en la que su ambición y el cuidado de su familia le hacen juega en un peligroso equilibrio al filo de la navaja. En esta ocasión, y tras huir del mundillo del cine con el que tuvo sus más y menos en California, gracias a su madre, se posiciona en la ciudad del juego por antonomasia, con la renovada intención de introducirse en el negocio legal del juego, los casinos y los hoteles. Para ello, y con buen ojo, va haciéndose un hueco entre los grandes hoteleros de la ciudad. Sin embargo, nuevamente su ambición y alguna metedura de pata de alguno de sus hombres de confianza, le llevarán a verse empujado a intervenir en una guerra a muerte, en la que reaparecen las circunstancias y algunos personajes que fueron protagonistas de lo sucedido en la primera de la trilogía en Rhode Island y su huida al oeste del país.

Está situación sirve de perfecta excusa para que Winslow retome con fuerza la base principal de los acontecimientos sucedidos en el pasado de Ryan, aportando a este último libro la fuerza y el punch narrativo que tanto eché menos en la segunda novela de la trilogía, sin duda la más endeble de las tres. Tanto, que solo retoma algún recuerdo de lo sucedido en ella, mientras que la tensión incide a niveles más que disfrutables gracias a la recuperación de las tramas que marcaron la vida del protagonista allá en la Costa Este. Todo ello potencia la endiablada presencia de la venganza, los recuerdos de la traición y una serie de personalidades y personajes que renuevan en esta entrega el carácter y la fuerza narrativa marca de la casa.

En definitiva, una novela en la que el entorno del protagonista, como suele ser habitual en las historias del autor, se desmorona conforme se construye un futuro mejor con vistas a reformar y reconstruir una vida salpicada de amenazas, ambición, traición y muerte. Esos cambios bruscos, ese dar la vuelta a la esquina y recibir un puñetazo en la mandíbula, ese vivir al límite sin cejar en la ambición y estamparte con un muro de hormigón que tira por tierra todo lo conquistado, aportan a las novelas de Winslow y también a esta  la que me refiero, el estilo y la fuerza de la que tantos y tantos lectores nos henos enganchado a lo largo de los años. Por supuesto, con Danny Ryan, personaje como otros tantos, a los que se le coge mucho más que cariño, sucede más de lo mismo, personificando en su piel, el último gran protagonista de sus novelas, a las que echaremos mucho de menos a partir de ahora. Quizás Harper Collins considere recuperar alguna de sus novelas que todavía no han sido traducidas al castellano, y con las que podríamos engancharnos de nuevo sus lectores, recordando el frío y sangriento tacto de Williams en el mundillo de la novela thriller y del suspense que lo ha elevado a lo que siempre a representado en sus novelas. Un gran escritor de carácter y seña de identidad inconfundible.





 

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