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jueves, 18 de abril de 2024

"El rostro impenetrable"

 
A principios de éste mes acudí a la Filmoteca de Navarra para visionar esta película con la intención de celebrar el centenario del nacimiento de su protagonista y director, el carismático e imperturbable Marlon Brando. Ya había tenido la ocasión de disfrutarla, por lo menos en dos ocasiones, eso sí, en pantalla pequeña. Por supuesto no dudé ni un minuto en aprovechar la propuesta de la Filmoteca para gozarla en toda su amplitud, en la pantalla grande de la estupenda sala de cine de esta voluntariosa y gratificante institución navarra.
El rostro impenetrable, se estrenó en el año 1961 y corresponde a la segunda gran etapa cinematográfica del actor, en la que comparte éxitos tan interesantes como El baile de los malditos, Rebelión a bordo o La jauría humanaSu halo de estrella brillante, pero también compleja en su carácter y presencia, hizo que tuviera que hacerse con la dirección de este psicológico western tras la ruptura de relaciones con quien iba a ser su director, Stanley Kubrick. De esta manera y por única vez en su vida, Brando tomaría la batuta como director de este western tan especial, por diversas y profundas razones. 
Tras el atraco a un banco en Méjico, Río y Dad huyen de la partida de rurales que les persigue en el desierto. En un momento dado, y tras perder un caballo, Dad se adelanta para buscar nuevas monturas y regresar a por Río. Sin embargo, esto no sucede y Río es confinado en una cárcel de Sonora durante cinco años. Tras huir de prisión, el objetivo vital del forajido será encontrar a su antiguo socio y amigo para vengarse por su traición y los años perdidos en prisión. Termina encontrándolo en la población de Monterey donde, para su sorpresa, a formado una familia y ocupa el puesto de sheriff.
Varios factores hacen de esta película un modelo atípico del género del western, más allá de conseguir en San Sebastián la codiciada Concha de Oro a la mejor película del año, además de la Concha de Plata para la actriz Pina Pellicer, en el crucial papel de la hija de Dad, interpretado por un espléndido Karl Malden. Nos encontramos ante un potente western psicológico en el que el afán de venganza, fría y fraguada en el tiempo, atenaza al protagonista en la búsqueda de su compañero de cabalgadas. Una venganza que se establece mediante la hija de Dad, en un ejercicio en principio cruel y desalmado por parte de Río, y que, sin embargo, le sumirá en un sin fin de dudas y vaivenes. Los factores más humanos y profundos, sensibles al odio, la venganza y la desconfianza que une a ambos protagonistas, fluye con tensión a lo largo y ancho del film. Quizás, esa relación entre Río y la hija de Dad, provoqué en algún momento cierta falta de ritmo y coherencia en el relato pero, sin embargo, hay que admitir que es uno de los pilares dramáticos principales de la trama. 
Otro de los baluartes firmes del film es el escenario en el que se desarrolla, Monterey es una ciudad costera y, por ello, Brando aprovecha la presencia de un mar omnipotente como telón de fondo, no solo fotográficamente hablando, ya por sí espléndido y llamativo, sino también por el factor de ese medio indomable y la siempre presencia de las olas chocando con las rocas y provocando un rumor continuo, cual espíritu convulso y penitente de Río, localizado en el filo de la navaja en referencia a sus sentimientos enconadamente encontrados. Además, la presencia del océano esplendoroso y brillante ofrece la ocasión, en absoluto desperdiciada, de proponer una dirección de fotografía llena de color, en este western fuera de lo común. Por supuesto, la dirección de Brando se otorga a sí mismo de grandes planos y escenas, pero el buen hacer de compañeros de elenco permite disfrutar de las interpretaciones de unos secundarios de lujo, como es el caso de Ben Johnson, Katty Jurado y Slim Pickens. 
Brando ofrece en su interpretación una presencia sólida, siempre atractiva y adictiva. Llena la cámara en cada plano con su presencia, y, con todo, el ejercicio de una dirección notable, propone un conjunto cinematográfico más que interesante, en una dramática historia de venganza y amor, donde todas y cada una de sus piezas conjunta bien. De nuevo hago notar, sin embargo, cierto desequilibrio en algunos momentos de la relación entre Río y la hija de Dad que, a lo mejor, alargan el metraje un tanto innecesariamente. Aún con todo, la dirección de Brando y su presencia en la película, hace de ésta un título indispensable en su filmografía, tanto por su fondo y como también, por su forma.







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