Tras el apabullante final de la anterior temporada, sus protagonistas, el joven periodista estadounidense Jake Adelstein, como el agente de policía Hiroto Katagiri, se ven relegados en sus investigaciones tras el líder de la yakuza, Shinzo Tozawa, tras desaparecer sin dejar rastro. El escenario de una intestina lucha entre bandas, se les ha ido de la mano y por orden de sus jefes, tras una serie de desaciertos en la investigación y por el bien de su supervivencia, toman la drástica decisión de dar un pequeño paso atrás. Y digo pequeño, porque al poco de comenzar la segunda temporada de este producción, una serie de circunstancias los volverán a situar en el centro del huracán que parece, está a punto de explotar, no solo en los bajos fondos de la ciudad, sino también en las altas esferas del país.
Mientras, Samantha Porter logra abrir su club privado, aunque dada la presión de la yakuza necesita acercarse de nuevo al clan Ishida de la mano del joven Sato, cada vez más expuesto e involucrado en su asociación criminal, debido a su servicio a Itoshi Ishida y su relación sentimental con la amante del desaparecido Tozawa. La clave está en que tanto en el periódico donde trabaja Adelstein como en la comisaría de Katagiri, la información interna de ambos personajes no termina en buenas manos. Una guerra abierta por lograr el poder entre la yakuza está apunto de dar comienzo, para atrapar a los protagonistas en un fuego cruzado extremadamente peligroso. Sus vidas personales no salen indemnes de sus decisiones. Las relaciones familiares y de pareja que surgen en la serie sufren el peligroso vaivén de las consecuencias por las decisiones tomadas, demostrando lo peligroso de sus investigaciones en un mundo de traiciones, juegos de poder y muerte.
Esta segunda temporada reincide en sumergirse en el oscuro y recóndito mundo de la yakuza japonesa, dando un paso más en las tensiones generadas entre los distintos bandos, los pulsos internos por liderarlas, además de su influencia en distintos estamentos tanto públicos como privados de influencia en el país. Este avance en las tramas, potencia el desarrollo de los personajes y aporta diferentes y complejos puntos de vista en un complot que atañe a propios y extraños, hasta el punto de comprometer a los protagonistas más allá de lo que lo hicieron en la primera entrega. En definitiva, que la serie gana en tensión, suspense y profundidad dramática, superando a la ya, por sí, notable primera temporada.
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