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lunes, 22 de abril de 2019

"La Frontera" - Don Winslow

El año 2019 empezaba con fuerza con la publicación del cierre de la trilogía que Don Winslow comenzara allá por 2005. Entonces "El poder del perro" adentraba al lector en el universo de la lucha del agente Art Keller contra la droga, su producción y tráfico, entre Méjico y EEUU. Tras su segunda parte titulada El Cártel, publicada en 2015, solo quedaba finiquitar una truculenta historia, que si bien navega en el género de la ficción, no deja de ofrecer a los largo de sus páginas la compleja y violenta realidad que ha llevado a aquella zona geográfica del continente americano a una auténtica situación de estado de guerra. Con "La Frontera", Don Winslow va más allá, hasta llevar los efectos de la guerra y la economía sumergida generada por la droga, antes por la cocaína y ahora por la heroína, hasta el propio gobierno de Washington.
El autor norteamericano retoma la trama tras la operación realizada en Guatemala, en la que los Zetas y el Cártel de Sinaloa encabezado por Adán Barrera, se enfrentaron en una batalla a muerte. Los primeros prácticamente han desaparecido, mientras Sinaloa ha perdido a su líder, afrontando un periodo de luchas internas y la búsqueda de un nuevo rey. Es aquí cuando los llamados "Hijos", descendientes de las grandes familias agrupadas durante años bajo el liderazgo de Barrera, juegan junto a otros activos en un toma y daca de alianzas, traiciones y zancadillas mortales por hacerse con el control del tráfico de la droga entre Méjico y EEUU. Para ello, dos nuevas reglas campan en la estrategia a tomar. Por un lado la reaparición de la heroína, más barata de producir. Por otro, la introducción económica y de influencia en las cercanías del centro de poder de los EEUU. Mientras la primera amenaza con un repunte incontrolable, no solo de adictos sino también de muertes, la financiación con dinero proveniente del tráfico de drogas, emerge en la carrera electoral norteamericana. Y es aquí donde encontramos a Art Keller, con una vida prácticamente rehecha tras los hechos de Guatemala, enfrentado a la tesitura de dirigir la DEA y tomar partido en una guerra que, otra vez regresará por derroteros que lo situarán en la frontera del cumplimiento de la ley.
Don Winslow compone un auténtico entramado de historias con las que describe, entre los años 2014 y 2017, la situación del complejo escenario descrito en el anterior párrafo. Y lo hace desde todos los puntos de vista. Este caleidoscopio social tan heterogéneo va desde las favelas de Honduras hasta las oficinas de Wall Street; acomete el viaje peligrosísimo asumido por los inmigrantes de Centro América para llegar a la frontera con EEUU o el día a día de los adictos a la heroína en los barrios del extrarradio de las grandes ciudades norteamericanas; pone el objetivo en la sangrienta guerra surgida para dominar a los cárteles de la droga y no solo el tráfico de la heroína, sino también la gigantesca economía producida y la obtención de influencia en el mayor mercado del producto y sus líderes; se adentra en la dura lucha policial contra los traficantes a base de escuchas, agentes infiltrados y la colaboración entre las fuerzas policiales, como la creación y obtención de nuevos mercados de droga en los barrios y los despachos de EEUU. Sangre, traición, avaricia y poder son peones de un tablero, en el que el protagonista, Art Keller, no será sino una pieza más con las que el lector se adentrará en la que se considera la guerra más sucia y larga en la que Washington ha participado, sin viso alguno de alcanzar la victoria, caigan traficantes, líderes, mafiosos, políticos o agentes de Wall Street.
Como es habitual en su obra, Winslow maneja las tramas con gran dominio del género, dando muestras de ser una de las personas que mejor conocen el mundo de la droga y su tráfico. Su narrativa, como ya he dicho en otras ocasiones, casa a la perfección con las historias que se entrecruzan y terminan afluyendo a un gran río, hasta formar, ante los ojos del lector, un múltiple universo de personajes y situaciones, encoladas y maridadas con su particular rapidez de diálogos rapídisimos y directos. Si bien este volumen tiene más de novecientas páginas, en absoluto su lectura resulta pesada. Es más, su estilo y prosa, hacen sus historias adictivas, dando cierta sensación equívoca de ligereza, ya que la cantidad de datos e información generada en su páginas, convierte su supuesta puesta en escena de ficción en un auténtico manual de cómo se ha desarrollado el mundo de la droga en el continente americano a lo largo de los años. Un gran, grandísimo cierre a una trilogía que hay que leer sí o sí y que recomiendo fervientemente. No es casualidad que el señor Don Winslow sea uno de mis escritores favoritos en este siglo XXI que acabamos de empezar.