La Primera Guerra Mundial fue un periodo en el que arqueólogos, militares, etnólogos y personajes con carácter insatisfecho y espíritu aventurero, ocuparon un lugar en la historia aportando a los lectores ávidos de noticias en tierras lejanas, las memorias de sus viajes y hechos de todo tipo. El frente de Oriente Próximo resultó especialmente rico en exploraciones protagonizadas por las más variadas personalidades. Como bien señala la autora de este libro que hoy reseño, no se puede olvidar la figura del famoso T. E. Lawrence y su emblemático y extraordinario libro "Los siete pilares de sabiduría" en cuyas páginas narra sus experiencias en Oriente Medio conviviendo con las tribus árabes levantiscas contra el Imperio Otomano.
Rocío Da Riva nos acerca a otro personaje, quizás menos conocido para nosotros, pero con nombre propio en su país de origen, Alemania. Leo Frobenius fue un etnólogo y aventurero alemán, cercano a los círculos de poder del Reich. A finales de 1914 lideró una expedición cuyo fin era viajar desde Constantinopla hasta el Mar Rojo, para desde allí desembarcar en Eritrea y adentrarse en Etiopía. Su fin, estudiar la situación de las tribus árabes bajo dominio turco y preparar los cimientos para provocar un levantamiento contra los británicos en aquel país hasta Sudán y Somalia. En aquellos años los países occidentales pugnaban por marcar su influencia en la zona y promover a los nativos contra el enemigo. El Imperio Turco aliado de Alemania, todavía controlaba Oriente Próximo y la principal pretensión alemana era minar la influencia británica y francesa en la zona. Frobenius junto a algunos occidentales y nativos inició un viaje que hoy nos puede parecer tan intrigante como emocionante.
El fin de la expedición no resultó conforme a lo que esperaban sus organizadores, pero nos deja ciertas pistas sobre la situación de las tribus árabes en aquel territorio cercano al Mar Rojo, la débil influencia de los turcos tan al sur de Constantinopla y las implicaciones diplomáticas que tuvo la expedición al encontrarse de frente con la entonces pretendida neutralidad italiana en Eritrea y la creciente influencia Anglo-Francesa en la zona. Se le puede tildar de todo a Frobenius, pero desde luego, tal como nos muestra este curioso y breve tratado de Rocío Da Riva, no puede decirse de él que fuese un hombre remilgado ni cobarde. Su gran ego y voluntad, pugnaba por superar cualquier escollo en el camino, eso sí, a fuerza de provocar auténticos quebraderos de cabeza a enemigos y amigos, propios y extraños.
Rocío Da Riva nos acerca a otro personaje, quizás menos conocido para nosotros, pero con nombre propio en su país de origen, Alemania. Leo Frobenius fue un etnólogo y aventurero alemán, cercano a los círculos de poder del Reich. A finales de 1914 lideró una expedición cuyo fin era viajar desde Constantinopla hasta el Mar Rojo, para desde allí desembarcar en Eritrea y adentrarse en Etiopía. Su fin, estudiar la situación de las tribus árabes bajo dominio turco y preparar los cimientos para provocar un levantamiento contra los británicos en aquel país hasta Sudán y Somalia. En aquellos años los países occidentales pugnaban por marcar su influencia en la zona y promover a los nativos contra el enemigo. El Imperio Turco aliado de Alemania, todavía controlaba Oriente Próximo y la principal pretensión alemana era minar la influencia británica y francesa en la zona. Frobenius junto a algunos occidentales y nativos inició un viaje que hoy nos puede parecer tan intrigante como emocionante.
El fin de la expedición no resultó conforme a lo que esperaban sus organizadores, pero nos deja ciertas pistas sobre la situación de las tribus árabes en aquel territorio cercano al Mar Rojo, la débil influencia de los turcos tan al sur de Constantinopla y las implicaciones diplomáticas que tuvo la expedición al encontrarse de frente con la entonces pretendida neutralidad italiana en Eritrea y la creciente influencia Anglo-Francesa en la zona. Se le puede tildar de todo a Frobenius, pero desde luego, tal como nos muestra este curioso y breve tratado de Rocío Da Riva, no puede decirse de él que fuese un hombre remilgado ni cobarde. Su gran ego y voluntad, pugnaba por superar cualquier escollo en el camino, eso sí, a fuerza de provocar auténticos quebraderos de cabeza a enemigos y amigos, propios y extraños.