El número de febrero de Desperta Ferro dedicado a la Historia Moderna continúa la publicación editada en abril de 2016 en la que se emprendió el estudio y seguimiento de lo acontecido en la campaña de Rusia de 1812 por la Grand Armée de Napoleón. En esta segunda entrega de tres, la editorial se centra en los preliminares y sucesos desarrollados en la gran batalla de Borodinó.
Comienza la publicación con el nuevo mando del general Kutúzov en el ejército ruso y el avance francés en la ansiada búsqueda de Napoleón por lograr el enfrentamiento definitivo con las tropas del zar. El destino llevaría a ambos ejércitos a enfrentarse en los alrededores de Borodinó, marcando un antes y un después para ambas armadas y dando un nuevo significado al sentido clásico de lo que se llama una victoria pírrica. Pero de esto trataremos más adelante. Dos días antes de la gran batalla, el 5 de septiembre, franceses y aliados se enfrentaron a los rusos en el reducto de Shevardino demostrando ambos liderazgos, Napoleón y Kutúzov, cuales iban a ser sus estrategias a lo largo de los siguientes días. Por un lado la intención inflexiva de Napoleón por buscar un enfrentamiento concentrado en el centro de la posición enemiga y por otro, la necesidad y búsqueda de una defensa férrea de los rusos, aderezada de una inteligente necesidad de reorganización y tendencia a la defensiva. Shevardino, sería solo el aperitivo de lo que se convertirá en una gran batalla en la que las bajas y sus consecuencias reflejarán y mostrarán la diferente mella provocada en cada uno de los contendientes... Las distancias con las retaguardias lo terminarían demostrando. El francés miraba hacia atrás y solo veía campos destrozados, granjas incendiadas y, sobre todo, muchos soldados y bestias abandonados en el camino. Los rusos, miraban hacia Moscú, en un inquebrantable deseo de morir defendiendo la capital, pero acompañado de la esperanza de que la Gran Rusia lo afrontaba con grandes reservas, tantas como la inmensidad de su país.
7 de septiembre. La batalla de Borodinó comienza y ya en el campo francés surgen la primeras desavenencias al respecto de cómo acometer la batalla. Davout y Poniatowsky aconsejan realizar una operación de rodeo y flanqueo en la izquierda rusa, lo que quizás hubiera cambiado el resultado final de la batalla y sobre todo sus consecuencias. Pero Napoleón insiste en el ataque frontal contra los reductos defendidos por los rusos. La suerte está echada. Los siguientes artículos de este número dedican sus páginas a los distintas fases y frentes de la batalla. Estos se dividen en Las Flèches de Bragation y la lucha por Semenovskoye; el primer ataque al gran reducto de Rayevski y el improductivo raid de la caballería rusa en el sector izquierdo francés; los combates por Utitsa en el propuesto flanco izquierdo ruso, ejecutado por Poniatowski y, por último, el segundo y definitivo ataque y conquista a Rayevski, en un absoluto y masivo uso de la caballería en batalla.
Finalmente, con la retirada ordenada de los rusos, se plantea en el último artículo, la cuestión de por qué Napoleón no utilizó su reserva, su querida Guardia, para reducir y destruir definitivamente al ejército de Kutúzov, para forzar una muy deseada y esperada propuesta de paz por parte del zar. Precisamente Bonaparte esperaba que tras la gran marcha sobre Moscú y después de esta batalla, la propuesta se presentaría. Pero no fue así y la oportunidad de victoria total se perdió. La situación se volvió en su contra. Sus tropas sufrieron una gran sangría, se perdió gran parte de la caballería y el terreno tras sí no daba la opción a volver. Solo quedaba llegar a Moscú, sin contar con la capacidad de recuperación de los rusos que, solo esperaban que pasara el tiempo a su favor. Únicamente queda esperar al tercer y último número que Desperta Ferro dedicará próximamente a la campaña Rusa de Napoleón...
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