Esta miniserie que hoy reseño es una de las dos notables producciones de éste género estrenadas en 2016. "The Night Of" ya la reseñé hace unos meses. Casualmente ambas se internan en el universo de la investigación y juicio de un caso de asesinato. Pero también hay que indicar que las diferencias son muchas, tanto por el aporte mediático de uno de los casos y la invisibilidad del otro, el modo de presentar y afrontar ambas series y sobre todo, en que una de ellas es un caso de ficción y el otro se basa en el archiconocido caso de O. J. Simpson.
En 1994 aparecen asesinados la exmujer del conocido exjugador de football y actor, y un hombre que la estaba acompañando en su casa de Los Ángeles. Siguiendo una serie de pistas O. J. Simpson es acusado del doble asesinato. Tras unos días de auténtica paranoia, incluida la huida del sospechoso por la autopista de Los Ángeles, seguida a nivel mediático por las televisiones del país en pleno directo, se celebró un juicio especialmente complejo debido a la presión de una sociedad golpeada por infinidad de casos de racismo por parte de la policía, una serie de irregularidades por parte de los investigadores del crimen y los juegos de malabares utilizados por la defensa para convertir el juicio en un espectáculo público, un circo de dimensiones espectaculares.
En los dos primeros capítulos de un total de diez, la serie se ocupa de presentar los hechos, la investigación previa y la personalidad poco equilibrada de O. J. Simpson. Tras esto, se aportan datos sobre la defensa del exfutbolista, la implicación de la fiscalía, la elección y composición del jurado, la designación del tribunal y su juez, y sobre todo, los vaivenes en el curso de un juicio lleno de actuaciones estelares en los tribunales, juegos de desprestigio y una carrera por invalidar pruebas, testimonios y declaraciones, tanto de los testigos, como de la policía.
Los actores y actrices seleccionados para interpretar los papeles de las personas que protagonizaron el juicio, son general muy acertados. A excepción del personaje principal, encarnado por un cada vez menos convincente Cuba Gooding Jr., los demás personajes parece que están representados a la perfección por unos actores y actrices tan implicados como convincentes. Llamo la atención sobre una impecable Sarah Paulson como la fiscal que realiza la acusación y un creíble John Travolta, como uno de los abogados defensores.
Pero lo que más me ha llamado la atención de esta serie es la sensación que me ha dejado de que en aquel juicio lo menos importante era la culpabilidad o la inocencia de O. J. Simpson. Sobre el tribunal sobrevolaba el miedo a otro repunte de violencia xenófoba y de indignación de los afroamericanos de un país en el que el problema del racismo era algo que habitualmente era noticia, ocupaba programas de televisión, discursos de líderes vecinales o sermones en las iglesias. Y para ello la defensa se vio en la necesidad, según se ve en la serie, de organizar un auténtico circo de declaraciones, discursos, planteamientos y desviaciones mediáticas. La fiscalía, limitada por las pruebas, algunas tan novedosas como el ADN y otras tan simples como el tamaño de unos guantes, jugaba en inferioridad de condiciones. Tanto es así que eligió como ayudante de la fiscal en el juicio a un hombre de color, no solo por su entereza y valía sino también por el color de su piel, en su afán de lograr cierta ventaja en un juicio, del que ni siquiera el juez se libraba de verse influido y salpicado de cierta infracción formal. La guinda del pastel sin duda, la pone el capítulo encargado de presentar la deliberación de un jurado que, a pesar de estar recluido frente a las noticias e informaciones exteriores, no dejaba de ser lanzado entre la fiscalía y la defensa como si de un juguete manipulable se tratara.
En fin, una serie basada en un juicio muy loco, en el que la manipulación, los medios de comunicación y su juicio paralelo, los errores en el proceso de investigación y sobre todo el entorno de violencia y racismo del país, del que el abogado de la defensa quiso sacar partido para defender a su cliente, campan a sus anchas. Una buena producción, que indaga en un juicio que llenó páginas de periódicos y horas de televisión.
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