Deadpool, conocido en España como Masacre, es un personaje de Marvel poco conocido. Hace poco he desempolvado en mi casa, unos tomos de cómics, editados entre 1997 y 1999. Concretamente el Volumen III que consta de 31 grapas, guionizados por Joe Kelly. Wade Wilson es un exmilitar al que diagnostican cáncer. Buscando su curación cae en las garras del proyecto Arma-X... Finalmente cura su enfermedad, pero a cambio su cuerpo se ha llenado de deformaciones. Si bien ha conseguido el poder mutante de curar las heridas y regenerarse, de cara a la galería no es más que un monstruo. A este personaje se le conoce como el mercenario bocazas de fácil gatillo y su colección es la más humorística, salvaje y absurda del universo Marvel. Su personalidad esta llena de simpatía, arrogancia, mordiente y cachondeo casi irreverente. No cierra la boca, siempre tiene un chiste bajo la manga, cualquiera que sea el momento, en un rescate, en un momento romántico, en un combate o incluso en una ejecución. Porque este antihéroe es de los que matan, cortan, torturan, descuartizan y masacran. Todas estas características son las que hacen de Deadpool, diferente y sorprendente dentro del universo Marvel. No puedo resistir la tentación de colgar una foto de estos volúmenes de mi colección.
Pues bien, tras su aparición en una de las películas de Lobezno, el cine le ha hecho un hueco y la 20Th Century Fox, quien tiene sus derechos, como sucede con los X-Men, ha estrenado su propia película de la mano del novato director Tim Miller y del actor Ryan Reynolds. Y la verdad, es que su llegada a las pantallas ha sido un auténtico bombazo. Simplemente adaptando bastante fielmente el personaje de los cómics y gracias a la cachonda y productiva publicidad realizada en los meses antes del estreno, se ha conseguido captar la atención del público. Porque sin duda, lo que se ha prometido se ha hecho realidad. Vemos a Deadpool en su salsa. Faltón, mal hablado, travieso, irreverente... sus actos y acciones llenan la pantalla. El guion es un continuo desparrame de chistes y frases llenas de chispas, palabrotas y segundas intenciones, tal y como se plasman en los cómics. Si además, las imágenes están llenas de connotaciones sexuales, sangre y gore, logramos plasmar en la pantalla el auténtico carácter del bocazas enmascarado.
La película comienza con una escena de acción y persecución. Lo interesante de ésto, es que mientras el director la desarrolla frente al espectador, entrecruza el pasado Waid, para contarnos cómo llegó a ser Deadpool. Así es como nos presenta a su prometida, a un viejo amigo llamado Comadreja y a la ciega anciana con la que comparte piso. Estos dos últimos personajes, forman parte de la historia del personaje en los cómics y son sus más fieles aliados. También presenta a su archienemigo Francis, alias Ayax. Este último, sustituye al Doctor Killbrew de los cómics, y sirve de alterego y malvado contrincante de Deadpool. En este deambular entre el presente y el pasado, pasan casi tres cuartos de película, más o menos una hora de metraje. Justo al terminar lo sucedido en la persecución en la que se aprovecha a contar el pasado y circunstancias de Waid, es cuando, en mi opinión, la película, en cuestión de estructura, pega un bajón importante. No así en la consecución de risas, descojonos, palabrotas y demás, donde de principio a fin, cumplen a la perfección el fin de un guion lleno de diversión. Lo que pasa, es que en el tramo final, la trama repite la estructura de las películas típicas de los superhéroes. Me refiero a la inevitable pelea final entre buenos y malos. Pero esto es algo de lo que nunca podremos privar a este tipo de películas y género.
Para finalizar, reseñar la aparición de infinidad de comentarios y dedicatorias chispeantes a otros miembros o sucesos del universo Marvel. Entre otros y en primer lugar la participación de dos miembros de los X-Men, como son Coloso y Negasonic. El primero encarna la visión general y clásica del superhéroe. Buscador del bien, defensor de la verdad y que en general no mata por matar y defiende la vida frente a la muerte. Es muy gracioso el diálogo final en el que Deadpool, se presenta como antagonista a estos pensamientos de héroe sobre los que él difiere en fondo y forma. Negasonic, es la típica adolescente que tiene las típicas características egocéntricas y pasotas de la juventud, con las que juega mordazmente Deadpool. Además, Waid no deja de hacer comentarios llenos de ironía sobre Lobezno o el Capitán América, e incluso deja ver el pasado cinematográfico del actor que lo encarna, Ryan Reynolds, con el personaje de Linterna Verde. Finalmente en el escenario final de la película, la pelea que resulta ser la culminación del film, se realiza en lo que parece ser una nave destruida de Shield.
En definitiva, una versión muy bien llevada al cine. El personaje da para mucho y la estructura de la película, no lineal en su gran parte, y su guion, han acertado en el planteamiento del antihéroe en la pantalla. En el fondo, la película es muy básica, sobre todo en su tramo final, pero el carácter insultón, desinhibido, faltón y mal hablado del personaje hace que se disfrute, que te rías, que te descojones, eso sí, siempre que quieras confabularte con la historia y la mecánica de la película. Irreverente, en algunos momentos gore, hay que compincharse con el guion para disfrutarla. Si no vas con esa mentalidad, posiblemente creas que ha sido una pérdida de tiempo. Avisados quedáis.