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martes, 21 de mayo de 2013

"Orgullo y prejuicio"


En su novela, “Orgullo y Prejuicio” Jane Austen nos traslada de manera ejemplar a la sociedad británica de finales del siglo XVIII. La familia Bennet, con una situación medianamente desahogada vive en un entorno rural. Con sus cinco hijas casaderas y sin hijo varón que pueda ser heredero directo, la máxima preocupación de la madre consiste en conseguir por todos los medios casar a sus hijas y así asegurarles su futuro.  Elisabeth, la más independiente de las hijas, se enamora de un joven adinerado durante un baile, pero el orgullo y los prejuicios de la joven casadera la llevarán a dejarse llevar por las apariencias y a no reconocer abiertamente el deseo por su enamorado. Además alrededor de esta historia surgirán otras paralelas en las que las diferentes hijas del matrimonio serán las protagonistas.
Joe Wright, dirigió en el año 2005 la que posiblemente sea la mejor adaptación de la novela que se ha llevado al cine. La película tuvo 4 nominaciones al Oscar y fue uno de los grandes éxitos de aquel año. El conjunto de los actores encajan perfectamente en cada uno de los protagonistas de la historia. En los papeles principales Keira Knightley y Matthew MacFadyen encarnan a los dos enamorados, en un continuo reto de miradas, de contención, desaires y juegos de palabras que consiguen conquistar al espectador. Además el conjunto de los secundarios no hacen más que aumentar el peso específico de las interpretaciones en esta película. Llamar la atención sobre todo en el papel encarnado por el insigne Donald Sutherland. Crea un perfil de padre amantísimo, que inevitablemente se deja llevar por los deseos y caprichos de sus hijas y de su esposa, interpretada por la estupenda Brenda Blethyn. La escena final en la que el Sutherland tiene una conversación en su despacho con Elisabeth, es especialmente emotiva.
No podemos olvidar la magnífica ambientación que nos traslada a finales del XIX, en la campiña de Inglaterra. Es tan detallada y exhaustiva que es uno de los pilares sobre los que se sustenta la película. La estupenda banda sonora de Darío Marinelli, entremezcla melodías de la época, sobre todo en las danzas y acordes de los bailes sociedad, con una estupenda composición original, que equilibran a la perfección con todo el entramado del guión, por otro lado, muy bien adaptado al metraje de la cinta. Así mismo, el tratamiento de la fotografía es el colofón que termina por definir esta elegante y espléndida adaptación. Sin duda, esta es una de esas películas que no me canso de ver nunca.