En su novela, “Orgullo y
Prejuicio” Jane Austen nos traslada de manera ejemplar a la sociedad británica
de finales del siglo XVIII. La familia Bennet, con una situación medianamente
desahogada vive en un entorno rural. Con sus cinco hijas casaderas y sin hijo
varón que pueda ser heredero directo, la máxima preocupación de la madre
consiste en conseguir por todos los medios casar a sus hijas y así asegurarles
su futuro. Elisabeth, la más
independiente de las hijas, se enamora de un joven adinerado durante un baile, pero
el orgullo y los prejuicios de la joven casadera la llevarán a dejarse llevar
por las apariencias y a no reconocer abiertamente el deseo por su enamorado.
Además alrededor de esta historia surgirán otras paralelas en las que las
diferentes hijas del matrimonio serán las protagonistas.
Joe Wright, dirigió en el año
2005 la que posiblemente sea la mejor adaptación de la novela que se ha llevado
al cine. La película tuvo 4 nominaciones al Oscar y fue uno de los grandes
éxitos de aquel año. El conjunto de los actores
encajan perfectamente en cada uno de los protagonistas de la historia. En los
papeles principales Keira Knightley y Matthew MacFadyen encarnan a los dos
enamorados, en un continuo reto de miradas, de contención, desaires y juegos de
palabras que consiguen conquistar al espectador. Además el conjunto de los
secundarios no hacen más que aumentar el peso específico de las
interpretaciones en esta película. Llamar la atención sobre todo en el papel
encarnado por el insigne Donald Sutherland. Crea un perfil de padre amantísimo,
que inevitablemente se deja llevar por los deseos y caprichos de sus hijas y de
su esposa, interpretada por la estupenda Brenda Blethyn. La escena final en la
que el Sutherland tiene una conversación en su despacho con Elisabeth, es
especialmente emotiva.
No podemos olvidar la magnífica
ambientación que nos traslada a finales del XIX, en la campiña de Inglaterra. Es
tan detallada y exhaustiva que es uno de los pilares sobre los que se sustenta
la película. La estupenda banda sonora de Darío Marinelli, entremezcla melodías
de la época, sobre todo en las danzas y acordes de los bailes sociedad, con una
estupenda composición original, que equilibran a la perfección con todo el
entramado del guión, por otro lado, muy bien adaptado al metraje de la cinta.
Así mismo, el tratamiento de la fotografía es el colofón que termina por
definir esta elegante y espléndida adaptación. Sin duda, esta es una de esas películas que
no me canso de ver nunca.