Corría el año 1741. Una flotilla británica lucha por rodear el Cabo de Hornos en plena Guerra de la Oreja de Jenkins, para atacar los intereses españoles en el océano Pacífico. Uno de los barcos, el Wager, se pierde en la inmensidad de las dramáticas tormentas que surcan aquel territorio para terminar por naufragar en una pequeña isla. En enero de 1742, un grupo de supervivientes del naufragio, llega a las costas de Brasil y un año más tarde regresan a Inglaterra. Meses después otros tres miembros de aquel navío, entre los que se encuentra su oficial al mando, arriban en el puerto de Portsmouth. Llegado aquel momento, las versiones sobre el naufragio del Wager difieren según quien las cuente, sucediéndose un juicio mediático que mantuvo a todo el país pendiente de su sentencia. La larga sombra de un motín sobrevuela aquel fatídico hecho.
David Grann, escritor y periodista de The New Yorker y autor de Z, la ciudad perdida, y Los asesinos de la luna, libros adaptados al cine por James Gray y Martin Scorsese correlativamente, es un consumado especialista en escribir solventes crónicas históricas de gran interés, en las que suma una exhaustiva investigación periodística y una especial capacidad para contar con facilidad y solvencia literaria el evento narrado. Su continuo presentismo en su narrativa y su profundo conocimiento de lo que cuenta, convierten sus libros en auténticas experiencias cercanas a la sensación de estar leyendo una novela, con la gran diferencia de que todo lo que se encuentra el lector, negro sobre blanco, está absolutamente contrastado con la prensa, los diarios y las declaraciones de los protagonistas del libro en cuestión, convirtiéndolo en un auténtico modelo literario de lo que ahora se hace llamar True crime.
El autor desgrana desde la primera página, las razones y el desarrollo de la creación de la flota protagonista de aquella terrible travesía. Y lo hace sin ahorrar información sobre los barcos que la forman, los mandos que la comandan y los tripulantes que tuvieron cierto o gran protagonismo en los eventos que rodearon la navegación, naufragio y el designio de los ocupantes del Wager, auténtico protagonista de este libro. Grann tiene la inmensa capacidad de describir con detalle el día a día de la vida a bordo de la flotilla, sin ahorrar detalles de la misión que tenían que cumplir, las dificultades encontradas y las reacciones de los distintos actores frente a la complejidad de una misión de guerra a la que se unió la grave problemática generada por la travesía especialmente accidentada en el Cabo de Hornos. A todo esto, se suma su capacidad para analizar, en base a los diarios existentes y publicaciones realizadas en Inglaterra al respecto, la personalidad y las características personales y humanas de los protagonistas de unos eventos que, no solo vinieron provocados por el naufragio de la nave, sino también por las animadversiones creadas entre lo miembros de la tripulación y las consecuencias de aplicar con mayor e menos sentido el férreo reglamento marcado por la Armada Británica.
Si bien la flota enviada al Pacífico sufrió graves pérdidas materiales y humanas como consecuencia de las enfermedades y de la terrible meteorología acontecida durante la travesía, más allá del propio evento protagonista de este libro, ésta logró en cierta manera su objetivo inicial, gracias a la victoria que tuvo su nave capitana, el Centurión, sobre el galeón español de Filipinas Nuestra Señora de Covadonga, logrando hacerse con un rico botín. Sin embargo, a pesar de este logro, el bagaje de las pérdidas provocadas en la larga travesía y, especialmente, el escándalo y el juicio acontecido alrededor de los hechos que rodearon la naufragio del Wager, eclipsaron totalmente dicha victoria sobre los intereses de su gran enemigo, el reino de España y su Marina Real. Todo esto y mucho más, se reúne en este libro, en una dramática y extraordinaria aventura de supervivencia, llena de muerte y desolación, protagonizada por aquel grupo de oficiales y marineros, inicialmente deseosos de encontrar la fama y la riqueza, para terminar apostando todo su esfuerzo y empeño en no morir en la inhóspita Tierra de Fuego y no perder el honor propio a su regreso en Inglaterra.
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