Todos recordaréis Big Little Lies, aquella mini serie que hace unos años, en 2017, nos apasionó a propios y extraños. Algún año después, se estrenó Nine Perfect Strangers, otra serie que quizás no alcanzó el mismo éxito que la anterior y que a mí me dejó algo chafado. El común denominador de ambas producciones lo encontramos en que son adaptaciones de novelas de la escritora australiana Liane Moriarty. Pues bien, acaba de estrenarse la adaptación de su última novela publicada en 2021 y titulada Apple Never Fall, razón del todo suficiente para acercarme con curiosidad al visionado de esta miniserie, protagonizada por los veteranos Annette Bening y Sam Neill, acompañados de una serie de intérpretes más jóvenes, realmente interesante.
La serie comienza con la presunta desaparición de la madre de la familia, una familia muy vinculada al universo del tenis, ya que gestionan un club dedicado a este deporte, debido en parte a que el padre fue un jugador y entrenador de nivel. Los cuatro hijos, cada uno de ellos con una característica y perfil diferente, comienzan a preguntarse qué ha pasado con su madre, siguiendo el hilo de la trama hacia atrás, para indagar sobre que ha podido suceder en los últimos meses y semanas que haya provocado esta situación tan misteriosa. Cuando aparece la bicicleta de la madre abandonada en una carretera y con manchas de sangre, los desencuentros y las sospechas sobrevuelan a toda la familia y a su entorno más cercano. A esto se suma la presencia de una persona externa a la familia que desequilibra un tanto la aparente felicidad y estabilidad de sus componentes.
Esta mini serie a la que hoy me refiero, posiblemente sea la menos retorcida y sangrante de las novelas de Moriarty que hasta ahora han sido adaptadas a la televisión. Es cierto que la mentira, los secretos y las envidias forman parte del día a día de los protagonistas, especialmente en la relación de los padres, encarnados por Bening y Neil. Sin embargo, hay un punto diferente, especialmente en lo que se refiere a la relación de los hijos de estos, quienes a pesar de no llevarse especialmente bien, debido a sus diversos y chocantes caracteres, toman como nexo de unión encontrar a su madre y resolver el misterio que se presenta sobre la familia. Digamos quizás que, si bien la serie nos muestra de nuevo las quiebras profundas y complejas entre quienes protagonizan la serie, en esta ocasión las consecuencias y el camino es quizás algo más benévolo con los personajes y sus relaciones. Otro tema a considerar es que conforme avanza la serie, uno se da cuenta de que cuando nos empeñamos en complicar la vida que nos rodea o en retorcer la normalidad de lo que sucede a nuestro alrededor con ideas peregrinas, tenemos la capacidad de complicar nuestra existencia y la de los que viven a nuestro alrededor. Esto, aplicado a la serie que nos ocupa, da muestras de lo acertado de su trama. Entretenida producción que sin llegar, ni de lejos a aquella fantástica Big Little Lies, resulta mucho más digerible y llevadera que aquella, para mí intragable, Nine Perfect Strangers.
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