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jueves, 23 de junio de 2022

"El buen patrón"

 
Dirigida por Fernando León de Aranoa e interpretada por un magnífico Javier Bardem, El Buen Patrón nos traslada la historia de un empresario, propietario de una empresa de balanzas y su relación con el entorno de su equipo más cercano y empleados. La figura de Julio Blanco, este empresario familiar, cercano y complaciente con su trabajo y gestión de la empresa, sirve de pivote crítico, casi fabulado, de los intríngulis del subconsciente empresarial y los tejemanejes diarios con la productividad, los premios empresariales y la compleja relación empresario/trabajador. 
Si bien esta entente funciona a las mil maravillas mientras todo sale bien y, siempre y cuando el empleador no tenga problemas con sus empleados, todo se complica cuando ese equilibrio, he aquí la fábula presentada en la película, se ve descompensado por cualquier pequeña piedrecita que surja en el zapato del empresario. Cual cadena de acontecimientos, como una bola de nieve que conforme cae por la pendiente y crece y crece sin parar, los sucesos se van sumando de manera aparentemente nimia, hasta provocar ese desequilibrio metafórico tan temido por cualquier fabricante de balanzas, hasta el punto de que esta situación termina provocando que ese tan valorado equilibrio se intente recuperar haciendo uso de medios más que discutibles. Toda esta situación convierte la película en una sucesión imparable de acontecimientos, a primera vista sin especial relevancia, que terminan desenmascarando una realidad aparentemente etérea en el ámbito de la empresa. León de Aranoa nos enfrenta con una fábula llena de rincones oscuros, casualidades, dobles caras y mucha ambición escondida tras falsas buenas voluntades, y deseo de prosperar caiga quien caiga. Nadie es indispensable. Esa es una premisa real y terrible en el mundo laboral y, no cabe duda, que quien la paga no es nunca el empleador, sino el empleado, a no ser que se convierta en la viva imagen de su empleador... y aquí me paro.
La película nos presenta una serie de personajes que encarnan al empresario, al pelota del empresario, al caído en desgracia, al que medra en la empresa, al trepa inmisedicorde, al guardia jurado de turno, a la mujer del empresario y a algunas piezas más, siempre presentes en el micro universo de una fábrica familiar, como vemos en este caso. Y estos papeles están interpretados por un elenco de actores y actrices elegidos con muy buen criterio. A las muy logradas interpretaciones de Manolo Solo, Oscar de la Fuente, Almudena Amor, Celso Bugallo, Fernando Albizu, Yaël Belicha o Tarik Rmili, hay que unir el fantástico trabajo de una gran Javier Bardem. Su locuaz e inteligente interpretación gestual, vocal y actoral creo que es de las más logradas de su larga carrera. Sus actuación está llena de detalles y diferentes rangos representativos de su personaje, sacando de ese empresario tan cercano, todos los matices y dobleces que el director pretende mostrar al espectador. Y lo consigue con una aparente facilidad que apabulla, resultando en su conjunto, magistral. Si por sí misma, la película y su guion funcionan bien en ésta enrevesada y retorcida fábula. Y está meridianamente claro que el trabajo de Bardem la convierte en una de las películas españolas del año. Muy, muy recomendable por su forma y fondo, nada desdeñable ni inocente. No perdérsela, por favor.




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