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jueves, 18 de noviembre de 2021

Desperta Ferro - "Ricardo Corazón de León. La Tercera Cruzada (II)"

 
Hace más de un año y medio, allá por marzo de 2020, Desperta Ferro nos ofreció un fantástico número dedicado al origen de la Tercera Cruzada y a la participación de Federico Barbarroja y su muerte en Oriente, antes de llegar a Tierra Santa. Es ahora cuando se publica la segunda parte de ese número, esta vez protagonizado por otro de sus protagonistas, junto a Felipe II, rey de Francia. Me refiero a Ricardo I de Inglaterra, conocido como Corazón de León. Bajo su mando se producirá la conquista de Acre y algunos de los episodios bélicos más importantes de aquella cruzada, además de su pulso casi personal con el gran Saladino.
Así como el gran Federico y sus huestes realizaron su viaje a Tierra Santa, vía terrestre, Felipe y Ricardo acometieron su trayecto por mar, hecho que, particularmente al segundo, lo llevó a fondear en Chipre y conquistar la isla, hecho muy importante para los años futuros en los que esta posesión serviría de gran puerto y escala para los sucesivos cruzados que viajaron a aquellas tierras. Además el hecho de haber viajado por mar, proveyó a los cruzados de una fuerte flota que participó no solo en materia de abastecimiento y como medio de presión en el asedio de Acre, sino que además, protagonizó no pocos enfrentamientos con la flota enemiga. 
Tras esta necesaria introducción en el primer artículo del número, se acomete sin pérdida de tiempo y tras la llegada de Ricardo y Felipe a Tierra Santa, a analizar el asedio y conquista de Acre, un auténtico pulso a varias bandas que movilizó grandes cantidades de recursos ayubíes y cristianos. El liderazgo del inglés y la llegada, más o menos regular, de cruzados llegados gracias a la  flota pisana y genovesa, plantearon a Saladino complicados retos que terminaron por inclinar la balanza a favor de los cristianos, en base a las huestes comandadas por un gran líder y, como no, gracias al apoyo y conocimiento del terreno de los caballeros de las órdenes religiosas supervivientes de la malograda derrota en Hattin. Con todo las disputas internas por la corona del Reino de Jerusalén, provocaron el liderazgo casi obligado de Ricardo. Un tercer artículo muestra precisamente el perfil de guerrero y líder del de Plantagenet, auténtico motor de aquella Tercera Cruzada, que tras la muerte de un Federico que no llegó y la retirada prematura de Felipe II de Francia, se convirtió en su auténtico protagonista.
A continuación se analiza lo sucedido tras la toma de Acre. Ricardo plantea seguir la costa para tomar Jaffa. Para ello contó con el apoyo constante de la flota y utilizó una táctica de avance y protección de su gran columna que protegió su avance con celo y valentía, y derrotó al enemigo en la batalla de Arsuf, siendo un fuerte golpe anímico entre la fuerzas de Saladino. La utilización de infantería armada con escudos, lanzas y ballestas para proteger el flanco terrestre y la movilidad de sus caballeros, entre la vanguardia y la retaguardia, hizo que llegaran con dificultad pero como vencedores y tomaran la ciudad, dando un gran paso para consolidar los enclaves costeros que sellarían cien años más de continuidad cristiana en Tierra Santa. Complementario a este artículo, el número presenta un artículo muy interesante sobre la propuesta y la actividad de la flota cristiana a lo largo de la campaña, y otro más dedicado a la figura del caballero y el arte de las armas, más allá de cierto detalle de las tácticas utilizadas.
Sin embargo, tal y como nos plantea el último artículo, es a partir del avance sobre Ascalón y el difícil recorrido desde la costa hacia Jerusalén, donde se destapa la grave dificultad de los cristianos por internarse tierra adentro, situación que explota Saladino, hasta provocar poco a poco la búsqueda entre ambos contendientes de una tregua que ponga punto final a la cruzada. A pesar de no alcanzar Jerusalén, Ricardo consiguió mantener varios enclaves costeros importantes en manos cristianas, vía libre para peregrinar a Jerusalén, incluso la presencia de sacerdotes en la ciudad, además de consolidar los reinos cristianos más al norte. Esta situación de no poder avanzar más y la presencia de Felipe II en Francia hizo que Ricardo regresara a Europa para no volver de nuevo, a pesar de que parece que su intención era regresar años después. 




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