Nos enfrentamos a un sesudo, detallado y concienzudo estudio dedicado al mundo vikingo. Su autor, el arqueólogo Neil Price, es sin duda uno de los grandes investigadores y divulgadores del universo del llamado hombre nórdico, protagonista de sagas, viajes, saqueos e historias que, con el paso del tiempo y a pesar de la labor de un buen número de estudiosos, no ha terminado de deshacerse de una visión mitificada y violenta con la que se le representa en nuestra sociedad actual. Su pasión y conocimientos, aportan un espíritu más cercano e influenciado por el antiguo norte de las sagas. La editorial Ático de los Libros, con gran acierto, nos ofrece esta obra que descubre y analiza de manera fiel y cercana al espíritu nórdico, el origen, desarrollo y ocaso de la civilización vikinga.
La estructura del libro sigue un desarrollo temporal enmarcado en tres grandes capítulos. Además, en su desarrollo también atenderá y se sumergirá en el concepto vikingo desde un punto de vista geográfico y arqueológico, con lo que aporta una interesantísima visión transversal de toda su presencia en la Historia. Su primer capítulo, La creación del Midgard, se sumerge en el origen mítico de una cultura enraizada en su propia cosmología creacional, en la que dioses y hombres se funden en la formación de un pueblo y una cultura sui géneris. Su presencia comenzará a surgir y hacerse notar tras la caída del Imperio Romano y el periodo caracterizado por el llamado velo de polvo, causado por una serie de grandes erupciones volcánicas, sucedido entre el 536 y el 539 d.C. desarrollándose e identificándose plenamente en el llamado Periodo Vendel, hasta mediados y finales del siglo VIII. Se tratan conceptos vitales para los precursores del periodo vikingo, como la familia, la granja, la esclavitud, la condición de género, el ejercicio del poder la espiritualidad y la religión o el tratamiento de la muerte.
El segundo capítulo, titulado El fenómeno vikingo comienza con el que algunos consideran como el detonante del reconocido como periodo vikingo, interpretado por los saqueos e expediciones allende los mares y ríos. En el año 793 un grupo de hombres del norte saquearon en Inglaterra, el monasterio de Lindisfarne. Este periodo ocupará hasta el siglo IX. Son tiempos de incursiones y expediciones, basadas en la creación de mercados y comercios marítimos, de los que no puede extrapolarse la violencia y la presencia del guerrero, sin olvidar la importante conceptualización del comerciante en su expansión por toda Europa. A partir del año 834, Irlanda, Francia, Inglaterra, desde el Báltico, al Mar Negro, y alcanzando el Mediterráneo, englobarán un movimiento continuo por mares y ríos de los que el autor denomina en su libro como Hidrarquía en conjunción con el concepto de Diáspora.
El tercer y último capítulo, Nuevos mundos, nuevas naciones nos avanza la presencia de un mundo vikingo en base a tres características primordiales. Por un lado, el crecimiento económico basado en el comercio textil, ganadero y de la madera, todo lo cual lo liga con la asunción de grandes ciudades, su expansión comercial y por tanto la formación del un eje umbilical entre el Este y el Oeste, basado en la plata, los esclavos y la seda. Por otro, la profunda relación entre Iglesia, Cristianismo y Estado, en su experiencia con la institución de la monarquía, aunque nunca sin dejar en el olvido a sus ancestros y creencias, fundidos en ocasiones, con el cristianismo reinante. Y en tercer ligar, para finalizar, el autor nos muestra las exploraciones y asentamientos en Islandia, Groenlandia y América del Norte.
Neil Price nos sumerge en un viaje apasionante, abundantemente salpicado de muestras arqueológicas, además del análisis de las diferentes sagas nórdicas y fuentes originales, instrumentados en un afán crítico por desmontar teorías manidas y mitos encauzados con oscuros intereses. De esta manera nos muestra un rico universo cultural y humano muy cercano a lo que debió ser el mundo de los vikingos, sus relaciones y sus propios sentimientos de pueblo asentado en el comercio, la violencia y la diáspora, mediante el que fue capaz de mantener su cultura mientras absorbía las realidades de su entorno.
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