Tres activistas defensores de los derechos humanos desaparecen en 1964 en un pueblo de Mississippi llamado Jessup. El hecho de que dos de ellos fueran de raza blanca hace que el FBI envíe a dos de sus agentes a investigar la desaparición. En plena zona dominada por el Ku Klus Klan su labor se verá entorpecida por la oficina del Sheriff y el silencio de los habitantes de color. Cualquier infiltración de información por parte de la población negra tiene como consecuencia actos de castigo y ataques indiscriminados a su comunidad. El trabajo ordinario y reglamentado del FBI no siempre consigue resultados. Mientras que el agente al mando Ward, interpretado por Willem Dafoe, sigue las normas y los protocolos establecidos, provocando no pocos problemas a su alrededor, su compañero Rupert Anderson, encarnado por Gene Hackman, de origen sureño y anteriormente sheriff de un pequeño pueblo, maneja otros métodos más mundanos y heterodoxos, pero también más efectivos.
Arde Mississippi es una de las inolvidables películas dirigidas por el recientemente fallecido director Alan Parker. En esta ocasión aprovecha un hecho verídico para adentrarse en la problemática del racismo y la segregación racial americana en los años sesenta. La administración Kennedy y los discursos de Martin Luther King han dejado una importante impronta en una sociedad que camina despacio pero firme contra la discriminación racial. Como útil instrumento del Estado, el FBI de Hoover se implica en el caso, aunque lo hace por la presión de los grupos activistas y la presencia de dos hombres blancos en la desaparición. Sin embargo, una vez comenzada ésta, y a pesar de sucederse inmunes otros ataques y atentados contra la comunidad negra, el caso de los tres activistas debe encontrar una resolución, liderada por ambos agentes del FBI, tan diferentes en sus medios y métodos, pero tan parecidos en los que respecta a defenestrar la terrible problemática vivida en los estados sureños, instrumentados por el racismo y el Ku Klus Klan.
Uno de los aciertos de la película es su ritmo y estructura. La tensión de las situaciones planteadas en el film y la investigación de los agentes hace de ella un buen producto del thriller y suspense, mediante el cual el espectador se mantiene atento a la pantalla. Por otro lado, la problemática del racismo, inspirada en el caso real y en la situación de la gente de raza negra en aquellos estados del sur, es una propuesta que, salpimentada con las posiciones antagónicas de los agentes y su investigación del caso, ofrece unos buenos pilares de interés a la trama. La ambientación de los años sesenta es notable y las interpretaciones de los protagonistas, a los que añadimos a una convincente Frances McDormand, funcionan muy bien, especialmente, en mi opinión, un sobresaliente y en estado de gracia, Gene Hackman. La película recibió siete nominaciones a los premios Oscar y mantuvo en un alto punto de interés a la filmografía de Parker, en unos años donde cosechó varios éxitos de taquilla. Nos encontramos ante una película que se ve con interés, una vez pasados los años, y que no ha perdido, desgraciadamente, su actualidad, en cuanto a los casos de agresiones y racismo que aún en el siglo XXI podemos observar en la sociedad estadounidense.
Un film que me impactó en su momento. Estupenda reseña de la cual estoy muy de acuerdo con lo el escrito.
ResponderEliminarSaludos!
Muy agradecido. Hacía años que no la veía y la verdad es que sigue siendo una estupenda película.
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