Tras el exitazo disfrutado en la primera temporada de la serie Hierro de Movistar +, había mucha expectación por ver que ofrecía su segunda temporada, rodada en plena pandemia de Covid y estrenada a primeros de este año en la plataforma televisiva. De primeras nos encontramos con una temporada más corta. Seis capítulos en vez de los ocho iniciales. Este cambio lo considero bastante acertado, ya que la trama de esta segunda entrega, aunque también interesante, no daba para mucho más. Yo personalmente he vuelto a disfrutar con los casos de la jueza interpretada por Candela Peña.
Mientras la jueza Montes continúa sus investigaciones alrededor del tráfico de drogas en la isla y la posible implicación de Díaz, se le presenta en el juzgado un complicado caso de custodia de unas niñas cuyo padre regresa de Madrid para reclamarlas. La madre, oriunda de Hierro, tuvo en el pasado problemas con las drogas y lucha por mantener la custodia de las niñas. Casualmente el padre trabaja en una gran inmobiliaria cuyo proyecto estrella es una gran urbanización de lujo. Y mira por donde, el terreno se encuentra situado precisamente en la plantación platanera de Díaz. Mientras, el heredero del cartel de la droga con el que Díaz tuvo relación en el pasado, hace acto de presencia en la isla, complicando la situación.
La serie nos presenta de nuevo, un complejo caso en el que se entrecruzan intereses personales, empresariales y sentimentales. La jueza Montes no solo tendrá que enfrentarse al caso de custodia, con el que está personalmente comprometida, y continua con la investigación de narcotráfico. Además tendrá que lidiar con la compleja salud de su hijo con discapacidad, quien comienza a presentar ciertas complicaciones sanitarias. Los guionistas de la serie consiguen engañar de nuevo al espectador con un entramado de idas, venidas y callejones sin salida, perfectos para la generación de suspense necesaria. El ritmo funciona muy bien, así como la tensión mantenida a lo largo de los seis capítulos. Candela Peña está fantástica, de nuevo en su rol, mientras que Dario Grandinetti, como en la primera temporada, juega a otro nivel en un papel lleno de claro oscuros muy jugosos.
Esta temporada aparecen nuevos personajes. Por un lado, los padres de las niñas pendientes de la custodia, auténticas protagonistas de la temporada. A Matías Varela ya lo conocemos de su papel en la tercera temporada de la serie Narcos, quien defiende bien su papel. Aroha Hafez está un peldaño por detrás en su interpretación, en mi opinión algo forzada. Las niñas cumplen su cometido, mientras Madi, el malo malísimo heredero del emporio del narcotráfico interpretado por Enrique Alcides, está dentro del rol habitual de los villanos televisivos. Respecto a Cruz, la nueva agente de la Guardia Civil destinada a la isla, su interpretación, en mi opinión, más bien resulta plana y muy justa. Está claro que la participación de Candela Peña y Dario Grandinnetti, junto a un buen trabajo de dirección, guion y fotografía, son los cimientos en los que se ha basado esta notable producción española, de la que lamentablemente nos hemos despedido definitivamente con la entrega de esta segunda temporada. Lástima, porque creo que el personaje de Candela Peña podría ofrecer más cosas, muchas más. Claro está que, desde luego, no sería lo mismo encontrarla resolviendo casos fuera de la intrigante y maravillosa localización de la isla de Hierro.
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