En el año 2002 un grupo de personas provenientes de distintos ámbitos profesionales como el periodismo, el arte gráfico, la comunicación o el diseño gráfico, fundaron en Pamplona una empresa la la que llamaron Ken, dirigida a resolver problemas y necesidades relacionados con la comunicación, visual, escrita o audiovisual. Entre sus facetas más curiosas está la de publicar cada año un libro de pequeño formato de algún autor de relevancia, acompañado de un diseño especial y particular, dotando a la obra de una particularidad que la hace especial. Por razones que no vienen al caso, tengo en mi poder un número determinado de estas publicaciones, auténticos tesorillos dignos de guardar y apreciar.
En este caso, y en mi primera aproximación a estas estupendas ediciones, quiero referirme al libro editado en diciembre de 2019. En sus apenas sesenta páginas incluye el relato de Graham Green, escrito en 1937 y titulado El inocente. El texto traducido a nuestro idioma, viene acompañado del original en inglés. Además sus páginas se ilustran con obras del Pau Cassany, en un juego de montajes y collages fotográficos, en los que toques y brochazos de pintura proyectan el personal proceso creativo del artista, y aporta a la edición, el empaque especial que he comentado al inicio de la reseña.
En este relato, un hombre de mediana edad acude con una joven acompañante, a pasar una noche al pueblo donde nació. Su único fin es disfrutar de una velada agradable y de placer en su compañía. Sin embargo conforme llega y se adentra en el pueblo, descubrirá que le invade la nostalgia y el sentimiento de las experiencias vividas en su infancia. En un paseo nostálgico por las calles del lugar, el protagonista recordará su primer amor de niñez, descubriendo lo especial de aquel sentimiento, el juego de la inocencia y la futilidad de aquellos hermosos e iniciáticos escarceos. Otra cosa muy diferente, es lo que con la edad y en la actualidad, el hombre siente y entiende por amar y mantener una relación con una mujer. Desde luego me ha sorprendido el relato por su profundidad, sentimiento de nostalgia y terrible soledad con la que el protagonista recuerda su pasado y lo compara con su presente. Da la impresión de encontrarse perdido en una vida de madurez en la que la relaciones amatorias han perdido inocencia, veracidad y apasionamiento. Tras la lectura de estas líneas, profundamente literarias y sentidas, se le queda a uno cierta sensación de tristeza, acrecentando el supuesto mensaje del autor en su discernir alrededor de los recuerdos y la realidad de unos sentimientos tan divergentes, según con que ojos se observen, ya sea desde la inocencia del niño enamorado o la cruda mirada del maduro solitario.
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