Estrenada en 2015, en su momento pasó desapercibida para mí, no siendo hasta hace poco cuando la he podido disfrutar de un tirón, y realmente ha merecido la pena. Ya escuché en su momento, excelentes críticas, especialmente a su primera temporada, en la que recibió algunas candidaturas a importantes premios de entre las mejores series del año. Sus dos primeras temporadas relatan el ascenso y caída de Pablo Escobar y del Cartel de Medellín, mientras que la tercera enfoca su objetivo sobre la lucha contra el Cartel de Cali, heredero directo de la caída del primero. La historia de sendas tramas esta contada en primera persona por el agente de la DEA, Javier Peña, encarnado por Pedro Pascal quien, de la mano de su gobierno y la ayuda de unos pocos hombres y militares limpios de corrupción, luchó contra el tráfico de la cocaína en Colombia, suministrador de la gran mayoría de esta droga importada a los EEUU y al resto del mundo.
Desde el inicio del primer capítulo de los treinta que componen las tres temporadas, he mantenido la atención en esta serie en base a su realización conforme a una serie de hechos verídicos, afianzados por la inclusión, en algunos capítulos, de escenas de televisión y de archivo. Al ser el narrador un agente de la DEA, es posible que algunos hechos tengan una visión sesgada pero, puede decirse que, especialmente en sus dos primeras temporada y en cuanto a la figura del Pablo Escobar, da la impresión que la serie da una imagen real de lo que en aquellos años sucedió en Colombia. Muchos de los personajes que salen en sus capítulos son verídicos, como los propios narcotraficantes, los políticos y gobernantes del país y algunos de los militares de alta graduación. Esto da una imagen de verosimilitud muy interesante que, junto a la narración llena de información y acción, y algunos personajes protagonistas de enjundia, dan como resultado una serie notable.
Llamo especialmente la atención en el papelón de Wagner Moura en su interpretación de Escobar. Tanto en los momentos de ascenso del personaje, como cuando se encuentra en la cumbre o después, en su terrible y solitaria caída, el actor interpreta al narco con seguridad, hasta tal punto que aporta la supuesta humanidad y el aplomo que parece ser tenía su personaje. Escobar era un hombre del pueblo, que creció desde la pobreza y que nunca perdió la perspectiva de su gente en Medellín, hasta el punto de presentarse como diputado al gobierno de Colombia. Es precisamente este dato de su carácter, así como su cercanía a sus hombres y su vida familiar, lo que provoca cierto desconcierto sobre uno de los mayores capos bajo el que murieron cientos de personas. Esto es un gran punto a favor de una serie que se toma muy en serio la visión del personaje, el entorno complicado de Colombia y la corrupción, la intrusión de los EEUU y el marcado intervencionismo en un país donde las guerrillas comunistas, los paramilitares de ultra derecha y el compromiso de algunos políticos y militares, protagonizaron una auténtica guerra en el país.
Al final de la segunda temporada aparece de refilón un cartel, entonces secundario, el de Cali, que junto al agente Peña, protagonizarán la tercera temporada, tras la caída del imperio de Escobar. Sin embargo, esta temporada sufre un serio hándicap, y éste es, la falta del carisma de un personaje como Escobar y un actor como Wagner Moura. Con todo, es una buena temporada, en la que los cabezas visibles del cartel de Cali, son cuatro personajes que, más que apoyarse en el pueblo como lo hacía le primero, crean un gran emporio empresarial mediante el que, gracias a la coca y la corrupción del país, construyen un gran imperio de empresas, blanqueo de dinero y relaciones de alto standing. Hasta tal punto es su dominio de la situación que parlamentan un acuerdo para salir de su estado fuera de la ley para reconducir su vida en la legalidad, con el dinero ganado, claro. Esto traerá consecuencias inimaginables que, de la mano del agente Peña, llevará a una guerra contra los de Cali gracias a un confidente, en contracorriente a lo que deseaban las élites del país e incluso los EEUU. Desde luego lo que no se puede negar a la serie es el entretenimiento que ofrece. Para acabar, recomendar verla en versión original, ya que la serie navega entre el inglés y nuestro idioma, por lo que el doblaje no solo resulta incómodo, sino que además creo que es desacertado.
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