Sofia Coppola presentó el año pasado su última película, en forma de remake, rememorando una de las grandes películas dirigidas por Don Siegel, "El seductor" donde Clint Eastwood interpretaba al soldado de la Unión herido y acogido en una casa de señoritas en Virginia durante la Guerra de la Secesión. Pues bien, Coppola se adhiere a la para mí, actual manía de realizar nuevas versiones de clásicas películas de Hollywood. Desde luego, opciones hay muchas, pero imaginación y nuevos guiones cada vez menos. La trama de "La seducción" calca la original. Como he dicho un cabo yankie, interpretado por Collin Farrell es encontrado herido por una de las alumnas de una escuela de señoritas en Virginia. La piedad por él y al afán por curarlo, hacen que la maestra y sus alumnas acojan al herido, en una gran mansión en la que da la impresión que ningún hombre haya pisado aquellas habitaciones desde que empezó la guerra, tres años antes.
Es curiosa la traducción del título de la versión de 2017 en comparación con la que se realizó en 1971. Aquella original se tradujo como "El seductor" mientras la actual se titula "La seducción". No es una diferencia sin importancia. El título original en inglés significa en ambas, el engañado, el engaño... Sin embargo, en esta ocasión el cambio en la traducción resulta acertada, especialmente en la versión más actual. En ambas películas, el juego de seducción entre las señoritas y el soldado juega un papel importantísimo para la consecución de lo que ocurre a lo largo del metraje. Sin embargo, se puede decir que en la versión del 2017, la seducción resulta más ambigua, como si hubiera un oscuro juego de atracción sexual entre todos los ocupantes de la casa, sin definirlo más en el soldado principalmente como se hizo en la versión de 1971. Por eso me resulta el remake actual mucho más tenebroso, oscuro y desasosegante que la versión original.
Sofia Coppola nos sitúa en Virgina, en un momento en el la guerra se inclinaba a favor del bando unionista. La seguridad de las señoritas de la escuela se mantiene gracias a la cercanía de la tropa sureña, pero poco a poco esto irá cambiando, creando cierta inestabilidad y sensación de miedo en el entorno casi claustrofóbico de la finca. La llegada del hombre, crea en ellas una sensación extraña. Por un lado de cierto paternalismo cristiano y por otro de una sensación de secreta relación con el enemigo. Pero el auténtico trasfondo se encuentra en la atracción sexual e íntima que tanto las ocupantes de la casa como el cabo acogido desarrollan durante su estancia allí. A partir de este momento, los celos, los equívocos, la curiosidad y porqué no, la sensación de debilidad y descontrol en la escuela aparentemente controlada por su directora, terminan por desmoronar un micro universo, entre nebuloso e irreal, en medio de la guerra que lo rodea.
Es curiosa la traducción del título de la versión de 2017 en comparación con la que se realizó en 1971. Aquella original se tradujo como "El seductor" mientras la actual se titula "La seducción". No es una diferencia sin importancia. El título original en inglés significa en ambas, el engañado, el engaño... Sin embargo, en esta ocasión el cambio en la traducción resulta acertada, especialmente en la versión más actual. En ambas películas, el juego de seducción entre las señoritas y el soldado juega un papel importantísimo para la consecución de lo que ocurre a lo largo del metraje. Sin embargo, se puede decir que en la versión del 2017, la seducción resulta más ambigua, como si hubiera un oscuro juego de atracción sexual entre todos los ocupantes de la casa, sin definirlo más en el soldado principalmente como se hizo en la versión de 1971. Por eso me resulta el remake actual mucho más tenebroso, oscuro y desasosegante que la versión original.
El elenco elegido por la directora, además de la participación masculina de un Collin Farrel, en mi opinión cada vez más anodino, lo dominan tres actrices de renombre. Nicole Kidman, Kirsten Dunt y Elle Fanning, siembran con su actitud, cada una de ellas de diferente manera y conforme a su carácter, el ambiente claustrofóbico y desasosegante, alrededor del soldado. Las demás señoritas, mucho más jóvenes, no se quedan al margen y aportan su inocencia y inmadurez incómodas, realizando todas ellas, junto a las protagonistas, unas interpretaciones bien conjuntadas y dirigidas con buena mano por la joven Coppola. El resultado es una película bellamente filmada y ambientada con domino de la época. Estéticamente es perfecta, no solo por el vestuario y el entorno, sino también por el uso casi de ensoñación de la fotografía. Sus fotogramas casi nos trasladan a un universo de sueño y sopor. El problema de esta cinta es que nos encontramos ante un remake de una película conocida del gran público, por lo que el argumento no aporta novedad ni sorpresa. No deja de ser un interesante ejercicio de dirección, con el que pretende, eso sí, ahondar su habitual visión del mundo desde el punto de vista de la mujer, algo por otro lado, habitual en la cinematografía de la directora.
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