Dirigida en 1964 por John Frankenheimer e interpretada por Burt Lancaster y Paul Scofield entre otros, El tren presenta al espectador la epopeya de un grupo de la resistencia perteneciente al gremio de los ferrocarriles franceses, por evitar que un cargamento de cuadros pertenecientes a los más granados pintores de finales del siglo XIX y principios del XX, considerados por los nazis como artistas degenerados, salga del país en dirección a Alemania. París está a punto de caer ante las tropas aliadas. Estamos en agosto de 1944.
En este caso Paul Scofield interpreta a un coronel alemán absolutamente volcado en hacer llegar los cuadros a Alemania, para lo que tendrá que convencer a sus mandos de su importancia económica y como posible moneda de cambio vital, para una Alemania Nazi necesitada de marcos y solvencia ante el final de la guerra. Con esta justificación, consigue prioridad para preparar una locomotora y sus vagones para sacar las obras de arte de Francia, a pesar de la imperiosa necesidad alemana de transporte ferroviario para mover tropas en una Francia en la que París está a punto de ser ocupada por los aliados. Para ello encarga a Labiche, personaje personaje de Burt Lancaster, miembro de la resistencia en la sombra, para organizar el traslado. Es la dirección de la Resistencia francesa la que encarga a Lancaster retardar el convoy y evitar que salga del país, a pesar de que esta propuesta implicaría multitud de fallecidos inocentes, dada la prioridad alemana de castigar los atentados contra sus tropas, asesinado civiles franceses. Aún reticente, Labiche atiende la solicitud, organizando una gran plan ferroviario para engañar a los alemanes en su intento de extraer las pinturas de Francia.
Frankenheimer realiza una poderosa película en defensa del arte y de la cultura francesa y en homenaje a aquellos miembros de la resistencia pertenecientes al complejo sistema ferroviario del país, que sacrificaron sus vidas por luchar contra los alemanes. EN esta trama, plantea la contradictoria visión que el mundo nazi tenía sobre el arte moderno, al que denominaba degenerado, mientras confiscaban y robaban miles de obras de arte, expoliando países enteros. La cuestión principal que plantea el director, es si el sacrificio de los hombres y mujeres de la resistencia y los ajusticiados por sus operaciones contra los nazis, estaban justificadas en defensa de la cultura y el arte del aquella nación. Una encrucijada que se presenta ante el personaje de Burt Lancaster, impecable en su interpretación, llevándolo al límite en su apuesta y contribución contra las decisiones emocionales y tiránicas del coronel alemán.
La película de un pulcro y acertadísimo blanco y negro, goza de unos impresionantes trávelin y movimientos de cámara aprovechando el flujo y movimientos del convoy y las locomotoras de los ferrocarriles, protagonistas de la película. Si a esto se añade un plan de engaño sorpresivo y uno de esos finales míticos lleno de suspense y dramatismo, más allá de las excelentes interpretaciones de sus actores secundarios y la actriz Jean Moreau, nos encontramos ante una de esas películas claves en la filmografía de uno de los directores de referencia de su generación. Por su puesto, la labor de un Lancaster habitual del director, pleno de físico, capacidad interpretativa y dominio ante las cámaras, añade un plus de calidad a esta producción bélica. Un film bien construido, interpretado y dirigido, que no puede faltar en la videoteca de cualquier apasionado al cine.
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