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lunes, 19 de febrero de 2024

"Operación Castigo" - Max Hastings

 

Hace unos años, Desperta Ferro Ediciones publicó un ensayo firmado por Max Hastings titulado Guerreros, dedicado a una serie de personajes históricos que resaltaron por su heroísmo y compromiso en las guerras en que batallaron. Uno de estos protagonistas era el piloto de la RAF Guy Gibson, al mando de la conocida como Operación Castigo, encaminada a destruir las presas de la cuenca del Ruhr en mayo de 1943. Pues bien, el libro que hoy paso a reseñar, analiza los pormenores, la organización y desarrollo de aquella misión encaminada a paralizar lo máximo posible el entramado industrial alemán en la 2ª Guerra Mundial.

Todo comienza de la mano de Barner Wallis, el inventor de la bomba denominada Upkeep, un modelo cuya misión primordial era ser lanzada a poca altura que rebotara en el agua para terminar explosionando lo más cerca de la presa a destruir. Pero para llegar a este objetivo, primero tenemos que llegar al porqué y de qué manera el alto mando británico decidió apostar por una escuadrilla completa de bombarderos Avro Lancaster en una misión focalizada en una serie de objetivos de difícil acceso. En aquel momento, tal y como nos cuenta el autor, aquellos que debían decidir la estrategia de bombardeos encaminada a vencer al nazismo en Europa, pugnaban en dos modelos diferentes. Por un lado, los que buscaban bombardear masivamente el territorio alemán, sean ciudades, complejos industriales u otro tipo de objetivos y, por otro, los que apostaban por objetivos más localizados y seleccionados. Ante esta tesitura, Wallis, apoyado por algunos mandos británicos apostó por desarrollar una bomba capaz de destruir las presas de la cuenca del Rurh, consiguiendo que la RAF aprobara un plan que tendría apenas tres meses para ser desarrollado y llevado cabo.

A partir del visto bueno al plan de atacar y destruir las presas del Möhne, del Sorpe y del Eder, prioritariamente, Hastings nos cuenta como comienza una cuenta contra el reloj para estudiar los objetivos, seleccionar los mandos y las tripulaciones de los 19 bombarderos que tuvieron que ser modificados para llevar las bombas Upkeep, que además, tuvieron que ser probadas y desarrolladas en un tiempo récord en base a su experimentación novedosa y a los cálculos de peso y lanzamiento. La misión fue aprobada a sabiendas de su alta posibilidad de sufrir importantes bajas en una operación que debía conducirse a una altura de pocos metros sobre la superficie, con la intención de evitar ser localizados por los radares alemanas, lo que implicaba estar en el punto de mira de las defensas antiaéreas, dificultando en gran manera el lanzamiento de las bombas. Todo un complejo entramado de dificultades. 

En sus páginas, y asumiendo el estilo tan propio de Hastings, más allá de describir todo el desarrollo de la operación, también se ocupa de mostrarnos a sus protagonistas, especialmente a Wallis y Gibson y otros componentes de las tripulaciones, formadas por jóvenes implicados en una guerra sin cuartel, además de incluir no poca información sobre esta operación del bando alemán.  Si bien el resultado final fue más o menos logrado, las bajas sufridas ensombrecieron una operación que, no olvidemos, provocó daños no solo en el complejo industrial alemán, sino que también se tradujo en un buen número de bajas de civiles e incluso prisioneros aliados que trabajan en la zona. En definitiva estamos ante uno de esos libros que enganchan por la apuesta de un pequeño grupo de hombres por lograr un fin complejo, que les puede llevar a al muerte y cumplen con determinación, todo ello narrado con el particular acierto de un siempre interesante Max Hastings.

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