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lunes, 11 de septiembre de 2023

"Normandos" - Levi Roach

 
Quizás, nada más leer la cubierta del ensayo que hoy reseño, llame la atención el subtítulo no poco grandilocuente que resalta asegurando que los llamados vikingos crearon Europa. Quizás sea demasiado valiente, incluso arriesgado lanzarse a propagar esta especie de arenga histórica. Sin embargo, si recuperamos la edición original, podremos observar que el subtítulo también aparece  en la cubierta de la publicación. Y esto es porque el autor, más allá de preocuparse solo en realizar un viaje histórico de casi dos siglos tras las huellas de aquellos hombres del norte, reconocibles como normandos tras su implantación en la Normandía del norte de Francia, propone al lector demostrar la existencia de un mundo reconociblemente normando como símbolo de una cultura europea común. 

Al afianzamiento normando en la Normandía francesa, Inglaterra, Tierra Santa y el sur de Italia y Sicilia, eventos reconocibles por los aficionados más o menos aficionados al periodo histórico de la Alta Edad Media, Levi Roach, doctor por la universidad de Ruprecht-Karls de Heidelberg y profesor en la universidad de Exeter, suma en su estudio, con cierta profusión de detalle, la presencia normanda en los Balcanes, el norte de África, la península ibérica, Bizancio, Alemania, Gales, Irlanda y Escocia. Y lo hace con la capacidad nada sencilla de condensar todo ello en apenas trescientas veinte páginas, a las que suma cincuenta más que incluyen notas, bibliografía y un índice analítico. En todo este corto pero profundo recorrido, un no muy extenso número de nombres propios, normandos todos ellos, conseguirán hacerse un hueco en los momentos históricos descritos a base de no poca suerte, valor y mucho oportunismo. A lo largo de sus aventuras e intervenciones, veremos que, en muchas de las ocasiones, su aparición se realizó formando parte de tropas mercenarias a la búsqueda de gloria y guerras en las que su valor y espada inclinaron la balanza a favor de sus pagadores para, poco después, enfrentarse ellos mismos a sus anteriores señores y lograr con su esfuerzo y traición, tierras y señoríos donde poder asentarse. 

Levi Roach realiza un viaje, más o menos cronológico y geográfico, a lo largo de los veinticuatro capítulos que completan el libro. Comienza en el siglo X con la presencia del legendario Rollo, en su asentamiento en Normandía. De ahí a la expansión por el norte de Francia hasta la famosa invasión normanda de Inglaterra, correrán apenas ciento veinte años, en los cuales las ramificaciones normandas en esta última nación echarán raíces gracias a una mujer, la reina Emma. Porque tal y como el autor aclara página tras página, los matrimonios convenientemente acordados, dieron alas a los normandos para afianzar posiciones y relaciones familiares en su expansión. El autor no ahorra tomarse su tiempo y espacio para estudiar, con cierto detalle, esa conexión entre Normandía e Inglaterra y los dimes y diretes que llevaron a Guillermo a conquistarla y reinar sobre ella con mano dura y a realizar una política geoestratégica ciertamente inteligente. Su base para cimentar su posición en la isla se apoyó en estos cuatro pilares: la espada, los castillos, el Estado y la Iglesia, tal y como se desarrolla a lo largo de casi ciento cuarenta páginas del libro.

Volviendo algunos años atrás, digamos a la década del 1030, Roach dirige su mirada a Italia. En apenas cien años, otra estirpe de caballeros normandos se hicieron señores del sur de Italia y de Sicilia; los Huateville y un importante pero no especialmente extenso número de normandos entraron en la compleja política de luchas geoestratégicas de una Italia en la que lombardos, bizantinos, musulmanes y el papado pugnaban por dominar una tierra profusamente dividida. Su empeño les llevó a conseguir coronarse en el reino de Sicilia, lo que les llevará, años después, a ver a uno de sus descendientes aupado a emperador a mediados del siglo XIII, asunto al que alude sin perder detalle el autor, en el último capítulo del libro. En este caso, de nuevo los matrimonios concertados llevaron al establecimiento normando hasta las últimas consecuencias, si bien, la rama normanda debió casi desaparecer para conseguirlo.

A partir de la mitad del libro, Roach comienza a atender episodios menores y secundarios en los que la aparición normanda resulta más anecdótica, aunque en algunos casos, especialmente importante, históricamente hablando, como en la oportunidad de la Primera Cruzada a Tierra Santa, en la que uno de sus caballero se convirtió en el señor del primer condado cristiano en aquellas tierras. Me refiero Balduino de Bolougne y Edesa, a finales del siglo XII. Pero hay otras situaciones en las que la presencia normanda, como decía antes, fue más corta. Fue en el caso de sus luchas y rebeliones en Siria en contraposición al emperador bizantino, uno de esos casos en los que los caballeros normandos cambiaron de bando; o la intervención en la conquista de Lisboa de unos pocos caballeros y su posterior presencia en Tortosa; o el avance por los Balcanes, de nuevo en lucha contra Bizancio, en una épica lucha entre Roger Guiscardo y Bohemundo de Tarento, contra Alejo I, en un enfrentamiento por el mediterráneo oriental, especialmente localizado en la zona de los Balcanes. Incluso algunos caballeros normandos lucharon en el norte de África, en la actual Argelia, contra aquellos almohades que luego asolarían la península ibérica. 

Es en el último tercio del libro, cuando Levi Roach demuestra porqué es un especialista en el universo normando. Es a partir de aquí cuando profundiza en la expansión y las ramificaciones normandas en Gales, Irlanda y Escocia, quizás el terreno del que menos se haya abonado y publicado en nuestro idioma al respecto. El asunto no es baladí ni siquiera sencillo. Una vez conquistado y afianzado Guillermo en Inglaterra, las alianzas, las traiciones y las relaciones de los señores de aquellas tierras, a veces inhóspitas, desequilibraban la paz en las zonas fronterizas y marcas que separaban el reino normando de sus vecinos, culturalmente diferentes, no solo por sus propias peculiaridades, sino también, por la presencia nada nimia de las incursiones de daneses y noruegos. Las relaciones entre vecinos y la presencia de caballeros normandos en las fronteras conformaron medio siglo de rencillas, guerras y situaciones no especialmente fáciles de seguir, para lo cual esta parte del libro puede resultar particularmente interesante como singularmente compleja. 

Termina este adictivo y goloso libro con dos capítulos que cierran la gran presencia normanda en Europa, de la mano de dos grandes personajes de la historia. Por un lado, Juan de Inglaterra, aquel manoseado, por la cultureta novelesca, hermano de Ricardo Corazón de León, y el emperador Federico II, con quien se cierra una transformación europea, según el autor, basada en los normandos y su influencia. El autor incluso llega a decir que, el mundo moderno sería irreconocible de no haber sido por ellos. Pero también incide en ello, sin miedo a reconocer que los propios normandos terminaron diluyéndose entre los pueblos que en su día dominaron, demostrando lo resbaladiza de su realidad en el escaso periodo de tiempo que dominaron desde el norte al sur de Europa. En definitiva, Roach utiliza una frase lapidaria para definir aquel mundo, apostillando que los normandos fueron víctimas de su propio éxito, al introducirse de tal manera en el tejido de las sociedades en las que dominaron, hasta terminar por desaparecer y casi, ser olvidados. En mi opinión, creo que, en este caso, los extremos son algo equívocos. Me atrevería a decir que ni tuvieron tanta trascendencia a nivel europeo, más allá de las cruzadas, Inglaterra y la Italia del siglo XI, ni serán nunca olvidados, indudablemente, gracias a su cultura caballeresca, sus castillos, y como no, su especial relación con la Iglesia. 




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