Me ha costado días decidir si valía la pena escribir una reseña sobre- esta película, la última dirigida y estrenada por Jordan Peele, creador de, la para mí en su momento sobre valorada Déjame salir y Nosotros, un ejemplo de cómo una película que puede empezar a lo grande termina desinflándose sin remedio conforme avanzaba hacía su final. Con todo, y más allá de que este director y su obra no me termina de convencer, tenía ganas de ver su última producción, ya que reconozco en su trabajo un estilo propio, una identidad que no es fácil de encontrar en la cinematografía actual. Quizás por esto y llevado por la curiosidad acudí y sin perspectiva alguna, para ver que había ideado nuevamente este director.
Pues dicho y hecho. La peli nos presenta a una pareja de hermanos afroamericanos, propietarios de un rancho de caballos preparados especialmente para rodar en películas. Antes y como introducción, nos muestra cómo falleció el padre de estos y también los hechos cruentos que ocurrieron en un programa de televisión de los años 80. Ambas introducciones, más o menos, son una pista de hacia donde se dirige la trama principal del film conectando sucesos y personajes de una manera un tanto rebuscada. A partir de aquí, una serie de extraños acontecimientos marcarán los días en la vida de estos hermanos, además de un técnico de una tienda de videovigilancia, un gerente de unas atracciones de la zona, un divo director de cine y, especialmente, los caballos del rancho familiar.
A partir de aquí poco podría contar sin desvelar aspectos de una película que bebe del suspense y la sorpresa, por lo que simplemente voy a intentar transmitir las sensaciones que ha dejado en mi retina. Desde que vi su primera película, Peele me ha parecido un director que me recuerda al estilo y ciertas sendas cinematográficas que enlazan con toda la carrera de M. Night Shyamalan. No descubro nada si digo que, exceptuando un par de sus películas, este director me parece de lo mejorcito que hay en la actualidad, en cuanto a cine fantástico se refiere. Sin embargo, a Peele siempre he visto en sus trabajos un quiero y no puedo al respecto de la estela cinematográfica llena de ingenio, inteligencia y estilo del escritor y director de ascendencia india. Ahora tendría que decir que, sin duda, la película que hoy reseño, en mi opinión, no hace más que corroborar este pensamiento.
Pero más allá de esto, ¡Nop! tarda mucho, muchísimo en arrancar. La primera hora de la película transcurre en una discusión familiar continua entre los hermanos del rancho y en una surrealista visita al poblado de atracciones cercano al rancho. Es cierto que el director deja ver algún suceso extraño intercalado que marcará la película, pero no termina de crear la tensión necesaria para aguantar hasta el momento en el que se trasluce todo lo que está sucediendo. Los diálogos parecen de relleno a lo largo de toda la cinta, marcando solo cierta personalidad en un detalle de un antepasado de los hermanos, a lo que se le da una importancia que luego resulta intrascendente para el film, pero eso ya son cosas del director y su marcado sentido reivindicativo racial, algo que introduce en todas sus películas. Para cuando la película se pone interesante han pasado tres cuartos del film, y si bien es verdad que la última media hora aporta tensión e interés, siempre que te interese lo que el director te esté contando, ese final propuesto no logra que yo, como espectador, salga del cien diciendo que he disfrutado de la peli. Insisto que ese final funciona bien, está muy bien rodado y consigue que el espectador se meta de lleno en la fantástica y surrealista trama, pero llega tarde y además, si no empatizas con el tema principal de la película, no creo que el director haya conseguido alcanzar su meta final, que no es otra que agradar a su público.
Respecto a los actores, en general resultan muy flojos, planos diría yo, a excepción, quizás, de un estrambótico Michael Wincott. Por demás, resulta absolutamente decepcionante el trabajo de Daniel Kaluuya, todo él soso, inexpresivo y con una misma cara durante toda la peli. En definitiva, ¡Nop! no logra enganchar con el espectador hasta el tramo final de la peli, y aunque la trama podría funcionar como algo novedoso, diferente, aunque a lo mejor demasiado surrealista, la tensión aportada en un final con una porción de épica interesante, no arregla una película irregular, mal propuesta y desarrollada a trompicones. Así no, Mr. Peele. Además auguro que le va a costar al director recuperarse de este, en mi opinión, pequeño gran desastre.
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