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lunes, 7 de marzo de 2022

"Los que no perdonan" - Alan Le May

 
Hace unos años publiqué en mi blog una reseña de la adaptación cinematográfica de esta novela que hoy protagoniza estas líneas. Los que no perdonan fue dirigida por John Huston y siempre ha sido uno de mis westerns favoritos. Es más, es una película que siempre que la he vuelto a visitar me ha ofrecido nuevas lecturas y de la cual he disfrutado más y más. No es casualidad que su autor literario sea Alan Le May, creador de la inmensa Centauros del desierto, novelón que adaptó el bueno de John Ford para crear aquella inolvidable película protagonizada por John Wayne. Pues bien, hace tiempo que estaba deseando leer la novela en la que se basó Huston para realizar aquel peliculón protagonizado por Burt Lancaster y Audrey Hepburn, y ese momento por fín ha llegado.

Ante todo debo adelantar que la novela que hoy protagoniza mi reseña me ha parecido intensa, muy bien escrita y del nivel de Centauros, más allá de lo que indica en el prólogo Alfredo lara López, quien la considera menor que su hermana y más famosa novela de Le May. Es cierto que quizás no ahonde de manera tan profunda en los sentimientos y en el trasfondo del viaje que Amos y Martin realizan en su búsqueda de aquella niña secuestrada por los comanches, pero sin duda alguna, Los que no perdonan entronca de nuevo en esos paisajes de Texas, donde fuertes y solitarias familias sobreviven en una ambiente hostil, enfrentándose no solo a un entorno poco amable, sino también a los nativos de aquellas tierras, en este caso los kiowas. En ella también resuenan el eco de los secuestros de niños y mujeres por aquellos considerados salvajes y las consecuencias de odio y violencia en que desemboca aquella situación entre quienes allí viven. El racismo, las envidias, el resquemor y la venganza sobrevuela la dura vida que casi ahoga a la familia de aquellos quienes protagonizan la novela.

En este caso lo protagonistas son una familia especializada en la cría y monta de caballos en el territorio de Texas, justo después de acabar la Guerra Civil. Una madre viuda, tres hermanos y una hermana subsisten en una tierra conquistada con esfuerzo y sangre, a la que los kiowas han regresado durante el periodo de la guerra al retirarse las guarniciones para intervenir en el conflicto entre hermanos que aturdía al país. Su vida subsiste a base de capturar y criar ganado caballar y trasladarlo en grandes manadas a aquellos lugares donde mejor se pueda vender el producto. Precisamente en uno de esos viajes surgió el conflicto que vuelve a reavivarse alrededor de la joven hermana, adoptada años antes antes de fallecer el patriarca de la familia. Aquel asunto enemistó en cierta manera a nuestros protagonistas con una familia vecina y socia en el negocio de los caballos. Nuevamente un secuestro de niños por parte de los kiowas y la reaparacición de aquel asunto, promueve un sinúmero de dificultades, la reaparición de odio racial y la reapertura de viejas heridas. 

Pero además Le May, más allá de presentarnos ese conflicto latente en aquel territorio donde la sangre de tantos y la pérdida de algunos ha forjado la presencia de pocas pero indomables familias, nos presenta un escenario en el que retrata la vida de aquellos ganaderos y recolectores de caballos y su labor en el manejo de ese ganado, su marcado y guia durante kilómetros y kilómetros en una tierra hostil. Mientras, sus mujeres y niños quedan atrás, en aquellas casas polvorientas a merced de la soledad, las sequías, las tormentas y, como no, las incursiones de las tribus hostiles. Es interesante como describe todos estos aspectos de aquella dura vida de quienes sobreviven e incluso malviven, y siempre dependientes de factores externos. Si encima, ecos de un pasado se vuelcan sobre ellos en forma de odio, racismo y violencia, tenemos el escenario propicio para envolvernos, como lectores, en una historia de superaciones y pérdidas, de muerte y venganza, de triunfos y derrotas.

El ritmo de la novela es encomiable, porque se produce de manera directamente proporcional a los sucesos que acontecen en sus páginas. Si la vida en aquel lugar surge al ritmo de las estaciones, la recogida de caballos o de la luna llena en la que los kiowas tienden a realizar sus incursiones, la aparición de ese pasado misterioso sobre el que se desenvuelve la novela, acelera de manera indomable e inevitable el ritmo de los acontecimientos, hasta precipitarse en un final tan épico como sangriento. En definitiva estamos ante una gran, grandísma novela que no me ha defraudado y que muestra un camino y un mensaje diferente al que adaptó Huston en su película, y no por ello menor en calidad y brillantez. Francamente he quedado entusiamado con su lectura, la que recomiendo fervientemente.

2 comentarios:

  1. Me parece que pasa a mi lista de lecturas para 2023

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    Respuestas
    1. Harás bien... me parece una gran lectura, a complementar con la fantástica película de Huston.

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