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jueves, 3 de marzo de 2022

"El padre"

 
¡Qué interesante y satisfactorio es encontrar en los cines a nuevos directores que son capaces de realizar en su ópera prima un producto que llega a calar en los sentidos del espectador! Esto es lo que sucedió el año pasado con la película que hoy reseño. El padre no solo es un logrado y profundo film lleno de sentimientos, sino que además, presenta al espectador un novedoso punto de vista sobre las duras y terribles consecuencias de las enfermedades degenerativas que afectan a la mente, generalmente, de nuestros mayores. Por supuesto, sí a esto añadimos que la protagonizan dos fantásticos intérpretes de la escena y pantalla británica, qué mejor.   
Florian Zeller muestra una visión diferente del desarrollo de la enfermedad en la figura de un hombre de edad interpretado por Anthony Hopkins. Y lo hace introduciéndose en su mente y mostrando al espectador la desorientación, el desconcierto y la descorazonadora realidad de las consecuencias de este tipo de enfermedades. Conforme avanza la película, y para sorpresa de quien se sienta ante la pantalla, el director juega con acierto en la compleja degeneración de la memoria del protagonista, enfocando desde sus ojos lo que ve y lo que cree ver y, por tanto, la absoluta sensación de aquel que olvida y se siente desorientado, confundido ante la repetición de su día a día, aparentemente en un bucle sin final. La dureza de esta evolución, o mejor desaceleración del funcionamiento normal de la mente, consigue que el propio espectador se aturda, se pierda en algunos momentos, en las situaciones que rodean al propio anciano, consiguiendo que nos identifiquemos con lo que le sucede. Ese es el gran punto fuerte de la película, junto a las notables interpretaciones de sus protagonistas.
Por supuesto de quien tenemos que hablar es de Sir Anthony Hopkins. Su papel en esta película le ha hecho valedor, entre otros premios, del Oscar del año pasado. Su interpretación muestra toda la sensación de pérdida y desconcierto que la enfermedad provoca en su personaje. Sus miradas desorientadas y perplejas, los cambios de humor, esos momentos de sosiego intercalados con accesos de mal humor, su perspectiva ante la visualización de diferentes personas a las que ha conocido a lo largo de su vida, y como los confunde por causa de su pérdida de memoria, aparecen con maestría en su espléndida caracterización. Quizás echo en falta algunos rasgos más duros, más engorrosos, productos de la enfermedad. La compostura de su personaje es casi siempre digna, elegante y muy propia de un señor como Hopkins, y quizás su papel rehúya entrar en problemas más duros, sucios y menos trasladables a la pantalla, entiendo que por decisión del director. Con todo, su interpretación es merecedora de todo elogio. Le acompañan, una siempre sublime Olivia Colman y los bien fundamentados Imogen Poots, Rufus Sewell, Olivia Williams y Mark Gatiss.
No olvidemos que el guion que sustenta esta película ha nacido también de la pluma del director. Es un complejo y acertado juego de frases, diálogos e intercambio ágil, sesudo y profundamente sentido, de lo que sufre la mente deteriorada del protagonista. Esta sintonía entre la manera de presentar la historia al espectador, la participación de notables actores y actrices, y un guion muy bien trabajado y nada artificioso, es lo que hacen de esta película un producto especialmente interesante.



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