Allá por mediados del mes de febrero, acudí a la presentación de un libro de relatos que iba a tener lugar bajo la batuta de un buen amigo y escritor. Su autor, zaragozano de pro y tudelano de adopción, y según pude comprobar después, un auténtico enamorado de la historia y del fluido y buen uso del vocabulario, presentaba un libro que reúne un conjunto de relatos, algunos cortos, de apenas media página, y otros más desarrollados, casi todos ellos con un eminente sesgo histórico.
En apenas ciento setenta páginas, Alberto nos enmarca a unos personajes históricos y a otros anónimos, situados en diferentes épocas y lugares, desarrollando pequeñas y anecdóticas historias, en las que el humor, la curiosidad de los hechos contados y los detalles relatados, atrapan al lector sin remedio. Llaman la atención media docena de ellos por su extensión y calidad literaria. Una de las características que más me ha gustado de ellos es la capacidad descriptiva y narrativa con la que el autor es capaz de incluir gran cantidad de información en tan pocas páginas. Además, el extenso uso de vocabulario utilizado y la inclusión de expresiones populares, aportan riqueza a su narrativa. En sus páginas presenta, con mucho gracejo y desparpajo, relatos que plasman algunos llamativos hechos históricos, como por ejemplo los últimos minutos de vida del torero Joselito el Gallo o el impresionante relato protagonizado por el almirante Carrero Blanco, antes del atentado que provocó su muerte. A estos, que sin duda son mis favoritos, se unen otros, como el desarrollado en las minas del Potosí, el protagonizado por el Cardenal Mendoza y la reina Isabel la Católica, aquel que cuenta los momentos previos a una batalla de los conquistadores españoles en México, otro desarrollado en las oscuras calles de Whitechapel en el Londres victoriano, el trágico relato desarrollado en un matadero tras la Guerra Civil española, o el robo perpetrado por un mercenario en una necrópolis ibera.
Como bien se describió a sí mismo en aquella presentación a la que acudí, la pasión de Alberto está encauzada hacia la creación de relatos, pero ante la dificultad de encontrar una editorial dispuesta a apostar por su obra, no tuvo más remedio que acudir al crowdfunding, mediante el que hizo realidad su sueño de publicar el presente libro. Debo decir que he disfrutado mucho de su lectura, de lo variopinto de sus relatos y de la indudable preparación previa en lo referente al contexto y datos históricos aportados. Su ágil estilo narrativo, unido al desparpajo en su manera de escribir, aúnan a la perfección la anécdota del hecho contado, con el contexto social, cultural e histórico en el que se desarrolla el hecho relatado. Sus pequeñas y grandes tramas presentan al lector el marco perfecto mediante el que contar lo que quiere contar y, lo que es más importante, el cómo lo quiere contar... El relato es su terreno y se nota. Si os queréis hacer con él pinchad en este enlace y listo... Por cierto, no olvidar la maravillosa cubierta realizada por el ilustrador Agustín Ferrer Casas, autor del fantástico cómic Mies.
Como bien se describió a sí mismo en aquella presentación a la que acudí, la pasión de Alberto está encauzada hacia la creación de relatos, pero ante la dificultad de encontrar una editorial dispuesta a apostar por su obra, no tuvo más remedio que acudir al crowdfunding, mediante el que hizo realidad su sueño de publicar el presente libro. Debo decir que he disfrutado mucho de su lectura, de lo variopinto de sus relatos y de la indudable preparación previa en lo referente al contexto y datos históricos aportados. Su ágil estilo narrativo, unido al desparpajo en su manera de escribir, aúnan a la perfección la anécdota del hecho contado, con el contexto social, cultural e histórico en el que se desarrolla el hecho relatado. Sus pequeñas y grandes tramas presentan al lector el marco perfecto mediante el que contar lo que quiere contar y, lo que es más importante, el cómo lo quiere contar... El relato es su terreno y se nota. Si os queréis hacer con él pinchad en este enlace y listo... Por cierto, no olvidar la maravillosa cubierta realizada por el ilustrador Agustín Ferrer Casas, autor del fantástico cómic Mies.
Como novelista por defecto, aunque escritor de relatos por necesidad, tengo que reconocer que mis dos historias preferidas son también "Espérame en el cielo" y "La hora del Gallo".
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Íñigo.
Me parecen brutales, tanto narrativamente como por el fondo de la historia que cuentan. Ha sido un placer leerte... A ver para cuando más ;-)
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