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martes, 25 de agosto de 2020

"El último baile"

Diez capítulos completan este ambicioso y muy esclarecedor documental sobre el paso de Michael Jordan por los Chicago Bulls de la NBA. Esta producción, parte de la premisa de la decisión tomada al principio de la temporada 1997-1998 por el director ejecutivo de los Bulls, Jerry Krause, de no renovar al entrenador Phil Jackson, hecho que también provocó el abandono del equipo de su estrella Jordan. Con esta excusa, el documental cuenta su llegada a la NBA, sus partidos claves, sus títulos y los tejes y manejes con sus compañeros de la franquicia y otros jugadores de la liga. Todo comienza cuando los Chicago Bulls eligieron a Michael Jordan en 1984 con el número tres del draft. 
Yo tenía 13 años y ecos de aquella liga llegaban a España de la mano de alguna revista de baloncesto que se podía comprar en los kioskos. Fui testigo televisivo de años buenos de los Boston Celtics de Larry Bird y los Ángeles Lakers de "Magic" Johnson, hasta su declive, la aparición de los Detroit Pistons a finales de los 80 y el despunte definitivo, en los años 90, de los Chicago Bulls. Fui fiel seguidor de la NBA, por lo menos hasta mediados de los 90. Después mi nivel de atención se redujo un tanto. Aquellos años fueron de apredizaje de un Michael Jordan ya estratosférico que terminó ganando seis títulos seis, en la década de los 90, con que imaginaos la ilusión con la que he visto este documental.
No cabe duda de que para llegar a ser lo que Jordan ha significado para la NBA y ganar todo lo que ha ganado, se ha de ser un competidor nato, un ganador compulsivo, además de una persona tenaz y luchadora. En cada fotograma del documental se ven muestras de estas características en la figura del protagonista. No solo es la gran mega estrella; además eleva a niveles mercantiles y publicitarios su figura, tras la aportación a este nuevo apartado del baloncesto profesional de Bird y Johnson. Recuerdo aquellos primeros anuncios de las Converse con las que jugaban ambos jugadores. Sin embargo, con Jordan todo se multiplicó por mil. Su contrato con Nike y la publicidad generada por el club y el jugador lo convirtieron en el rey Midas de la NBA. Su carrera, tal como se nos cuenta en los capítulos, pasó por derrocar del trono a los Detroit Pistons que barrieron, con su perfil de equipo duro, a Celtics y Lakers años antes. Eso trajo el primer triplete (91, 92 y 93) para los Bulls. La serie documental juega con un ir y venir entre la temporada de 1998, en la que la tensión entre Krause y Jordan/Jackson dominaba el panorama, y los principios de la estrella en el equipo, acometiendo año tras año, las aspiraciones y los logros del jugador. 
Si bien vislumbramos el carácter y la estampa de Jordan en los primeros años hasta el triplete, es a partir de la temporada 1993-1994 cuando aparecen claro oscuros en su vida, empezando por la extraña muerte de su padre, asesinado en su coche,  los rumores de deudas de juego millonarias del jugador o su decisión de abandonar el baloncesto y fichar por los Chicago White Sox de béisbol. Su vuelta a la liga tras dos años malogrados por los Chicago Bulls, trajo como consecuencias el fichaje de Rodman y ciertos problemas con Pippen, todo lo cual, si bien llevó al equipo a lograr su mejor récord de partidos ganados y a renovar un nuevo triplete (96, 97 y 98), nos muestra años que remarcaron de alguna manera el carácter y la prepotencia de un "endiosado" Jordan. Porque no se puede negar que el jugador no solo era el niño mimado del equipo, sino que es indudable su compleja relación con sus compañeros, los roces con algunos de ellos y, sobre todo, su chulesco y en ocasiones maleducado trato y menos precio por otros jugadores de la NBA, fueran compañeros o no. Quizás este punto sea lo que más me ha descubierto este documental: la personalidad íntima y cercana de un hombre que no se separa de su puro, sus palos de golf y su whisky. Pocos jugadores demuestran en el documental algo más que respeto o admiración por el jugador. Francamente lo que no vi  en ningún momento es amistad ni especial compañerismo con la estrella.
Por otro lado y, a nivel deportivo, no cabe duda de que Michael Jordan sigue siendo posiblemente el mejor jugador de la historia reciente del baloncesto. Su capacidad de liderar, de aquella manera, un equipo y ganar partidos esta fuera de toda duda. Su juego no solo fue revolucionario y decisivo, sino que además, fue continuado en el tiempo mientras estuvo en los Chicago, algo que nadie ha conseguido emular. Pero su juego individual, su dinámica de tiro, su juego de pies y la capacidad de volar, lo convierten en algo sublime, deportivamente hablando. Y eso es indudable. Y por eso y mucho más, recomiendo fervientemente ver este documental. Y aunque está claro que está hecho para y por el jugador, y muestra ciertas debilidades personales y de carácter del mismo, es cierto que realiza un espectacular retrato, no solo de su juego y persona, sino de una época de oro de la NBA que difícilmente volveremos a ver. Se disfruta a raudales del juego en equipo, tan denostado en la actualidad, de la importancia de piezas y jugadores secundarios a la hora de contribuir al juego, del rol del para mi importante movimiento del balón o de las clásicas posiciones de los jugadores en el parqué, al estilo clásico en el que todos los que hemos jugado de chavales a este deporte. Desde luego nos encontramos ante un brutal producto al servicio del jugador, pero también un homenaje a un deporte que muchos amamos. 

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