Dirigida por Norman Jewison en 1967, En el calor de la noche es un sofocante y desasosegante film de género negro, directamente entroncado en la tensa y violenta presencia del racismo en la sociedad norteamericana de aquellos años sesenta. Tras cometerse un asesinato en el pequeño pueblo de Sparta, en el estado de Mississippi, un joven negro recala en la estación del tren para realizar un trasbordo. Tras ser detenido como posible sospechoso, solamente en base al color de su piel, se identifica ante el jefe de policía como inspector de homicidios de Philadelphia. Ambos personajes antagónicos y no especialmente bien avenidos, deberán investigar el caso del asesinato.
La película que hoy reseño fue la gran triunfadora de los Premios Oscar de aquel año, llevándose a la saca cinco estatuillas, entre las que se encuentran las correspondientes a Mejor Película, Mejor Guion Adaptado y Mejor Actor Secundario. Jewison no se muerde la lengua a la hora de analizar y criticar el racismo del sur de los EEUU, en un enfrentamiento interpretativo que ha pasado a la historia del cine, entre los actores Sidney Poitier y Rod Steiger. El pulso entre ambos, en cuanto a su manera de acometer la investigación del asesinato, así como su propia visión del racismo, tanto desde el punto de vista del sheriff Gillespie como del inspector Tibbs, remarcan ambas personalidades. Desde el principio surgen entre ellos diferencias a primera vista irreconciliables, pero la necesidad de solucionar el caso, ya sea por un mero pretexto ético o formal por parte de ambos, les hace interrelacionarse y, hasta cierto punto, entenderse e incluso apreciarse.
La película sigue la línea habitual de investigación de un crimen. Se analiza el entorno, amistades, posibles intereses y, como no, los habituales enfrentamientos locales. Las pistas llevan a discusiones sesudas entre ambos agentes, entrecruzando sus pesquisas con las circunstancias que rodean al pueblo y sus habitantes, más allá de los típicos secretos que bullen en una pequeña comunidad como Sparta. Todo esto se complica con la presencia, tensa y peligrosa, del racismo más virulento que, en un inicio, dirige la investigación de Tibbs en una línea algo subjetiva. Sin embargo, y esto es indiscutible, Jewison termina por engrandecer al detective de ciudad, notablemente preparado en comparación a la simple y directa visión de un policía de pueblo. Si a esto añadimos el color de la piel de los protagonistas, todo queda dicho. Sin embargo, el director quiere terminar con esta divagación algo tendenciosa, haciendo que ambos protagonistas entablen una discreta y profesional empatía, demostrando que la justicia y la búsqueda de la ley debe estar más allá de las diferencias sociales o de color.
En el calor de la noche es una gran película, que se acompaña de una reseñable bso de Quincy Jones, especialmente reconocible gracias a la canción del mismo nombre, interpretada por Ray Charles. Todo esto unido al ambiente tórrido de las noches en las que se desarrolla la película y el entorno típico del sur de los EEUU, con sus campos de algodón y la presencia de personajes propios del universo rural de aquel país, completa un escenario perfecto para la realización de una película notable, ya señera en la historia del cine.
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