Seis años seis llevaba Ricky Gervais sin protagonizar una serie en televisión. Había realizado algún trabajo para cine y en 2016 presentó sus últimos y, como siempre, polémicos Globos de Oro, pero su aparición en la pequeña pantalla se echaba de menos. Netiflix estrenó a primeros de año su serie "After Life" de apenas seis capítulos de una duración de media hora cada uno, en la que interpreta a un viudo que, debido a un cáncer, recientemente ha perdido a su mujer. El mismo la dirige y guioniza. Su personaje trabaja en un pequeño periódico gratuito de un pueblo británico, pero ni el trabajo, ni sus compañeros, ni las visitas diarias a su padre en una residencia de ancianos, o la terapia en el psiquiatra, logra sacarlo de una situación de depresión y profunda tristeza. Solo quiere morir y acompañar en la nada a su esposa fallecida. Lo único que le ata a la vida es el cuidado de su perro, excusa perfecta que utiliza para no consumar el suicidio.
Como siempre, Gervais utiliza el sarcasmo en sus diálogos, a resultas de interrumpir el cruel duelo por el que está pasando, con la presencia, para él incómoda y molesta, de las personas que le rodean. Los objetivos de sus artículos, o su cuñado, director del periódico, entre otros, provocan en él la crítica más mordaz y gratuita, acompañada de algunos y razonados pensamientos sobre la realidad de la vida y lo injusto que la misma parece para él. Sin embargo, a lo largo de los capítulos, irá cruzándose con algunas personas que irán moldeando su ira hacia valores más humanos. Una trabajadora sexual, un adicto a la heroína, la viuda de un hombre, ocupante vecino en el cementerio de la tumba de su mujer o la cuidadora de su padre, le harán reconocer cierto sentido de supervivencia en el día a día. Como siempre el autor, director y actor, crea a su alrededor una pléyade de pequeños pero universales personajes, que enriquecen sobremanera la serie.
La serie es un sincero homenaje al duelo más sufrido por el ser querido, en su manifestar lo cruel de un hecho que se ha llevado parte de la vida. Los capítulos muestran al espectador sus momentos de soledad, en los que revisita los vídeos de su mujer, mezclados con otros en los que no le queda más remedio al protagonista que cruzarse con sus vecinos y conocidos, en un camino en que que navega sin rumbo hacia el desastre o la esperanza. Gervais escarba en el dolor mediante la comedia, a veces sangrante, pero plena de humanidad y verdad. Cuantas cosas de las que dice el protagonista no nos gustaría manifestar en voz alta, en una sociedad hipócrita ante los problemas existenciales de la vida. En mi opinión es una serie muy valorable, llena de pequeños diálogos que son auténticas joyitas que se saborean en el deambular del triste viudo. A mi me ha dejado muy buena impresión. Es una serie que deja al margen las típicas sensiblerías tontas y afronta directamente la dureza del cruel duelo de la persona amada. Todavía no se ha anunciado si habrá segunda temporada... Veremos.