Ultima parte de la trilogía de Pío Baroja, "La lucha por la vida", en la que el autor continúa contando la vida del protagonista Manuel, en los primeros años del siglo XX. Toma protagonismo, su hermano Juan, exseminarista y personaje muy vinculado al anarquismo. Manuel, establecido con un trabajo más o menos estable, junto con Salvadora, más enamorado que amante, ocupa el relato entre su deseo de vivir su vida, en la normalidad de un hogar y con la voluntad de montar un negocio propio, frente al entorno anarquista que le rodea, entre sus amistades y sobre todo, por la intervención de su hermano, ideólogo y activista de la anarquía.
Pío Baroja, nos retrata con gran fuerza y cercanía, el movimiento anarquista y social obrero que pugnaba en los albores del siglo XX por hacerse un sitio, en una sociedad burguesa, de una España llena de convulsiones y desigualdades, y que además se encontraba en el final de la regencia de la reina Mª Cristina y el comienzo del reinado de Alfonso XIII. Precisamente, su coronación y posterior desfile, ocupa un lugar importante al final de la trama de esta novela.
Sin duda nos encontramos con una de las novelas más comprometidas del autor, políticamente hablando. En no pocos capítulos, nos presenta varias de las reuniones celebradas clandestinamente, por simpatizantes de la izquierda obrera y española, con la que simpatizaba. Por medio del discurso de los diferentes asistentes, nos explica la situación social, obrera e ideológica de la masa más comprometida y anti capitalista de la época. Republicanos, socialistas y anarquistas, ideólogos o activistas, plantean sus diferencias y coincidencias, en más de uno de los capítulos. Nos representa muy claramente, las posiciones de los sectores izquierdistas. Unos menos beligerantes, buscando un hueco entre el poder y el gobierno, a pesar de la monarquía, como son los socialistas y republicanos, y otros más enérgicos y críticos con la situación establecida. Llama la atención el tratamiento especial que hace de los anarquistas, a quienes divide en los ideológicos y los más violentos activistas. Los primeros, basándose en la base utópica de la igualdad total de la sociedad, y los segundos, apostando por el activismo de la dinamita y la acción violenta.
Mientras tanto, Manuel, nuestro protagonista, y su entorno, nos muestran en el libro, la mentalidad del que aún siendo espectador, participa de cerca en las actividades políticas y activistas de este conglomerado de personajes. Incluso participará con su presencia en varias reuniones, aunque siempre con la expectativa y no intervención del que ve, cuenta e incluso, evita determinados acontecimientos, relacionados con su hermano Juan y la policía. Su comportamiento termina volcado en su entorno más cercano, buscando la estabilidad de un hogar y una familia, frente al riesgo y la lucha social, dando la sensación de cierto acoplamiento a la realidad de la estabilidad tanto económica y sentimental.
Tengo en mi historial de lecturas un gran número de novelas de Don Pío Baroja, y creo fervientemente que nos encontramos, en esta trilogía, con las novelas más comprometidas, esclarecedoras y más memorables de su bibliografía. Sin duda las descripciones crudas, realistas y clarividentes que hace de la sociedad española, y particularmente madrileña de principios del siglo XX, consiguen analizar y diseccionar a la perfección la situación del país, tras la pérdida de las colonias y la aparición de nuevos posicionamientos sociales y políticos. Escenario de una España desequilibrada socialmente hablando, en la que el amiguismo, la pobreza, el aburguesamiento, los abusos de poder, la desestabilidad... son protagonistas del paisaje que Baroja nos presenta, con esta trilogía, como un maravilloso ejemplo de capacidad literaria y representación de la pléyade de escritores que completan la genial Generación del 98. Sin duda de lectura obligatoria.