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jueves, 14 de diciembre de 2023

"El contador de cartas"

 
Antes del verano pude disfrutar en el cine de El maestro jardinero, la última película de Paul Schrader. En aquella ocasión me llamó tremendamentela atención un director al que solo me había acercado anteriormente con el visionado de El predicador. Me prometí entonces, aprovechar la primera ocasión que pudiera para ver la película que hoy reseño y que me recomendó ver más de un conocido. Dicho y hecho, acabo de disfrutar de un film que destila por todos sus poros, tormento, sufrimiento, búsqueda de renovación y expiación de pecados pasados. Quizás me ha gustado más que El maestro jardinero. Me resulta más redonda que aquella, y además no puedo dejar de quitarme el sombrero por la profunda y cruda interpretación de un magnífico Oscar Isaac.
Un jugador profesional de póker y blackjack aprendió a contar las cartas en su paso por la cárcel. Esto le ha llevado a recorrer casinos y salas de juego, ganándose un dinero gracias a esa ventaja, pero sin dejarse llevar por la avaricia, viajando de motel en motel y viviendo sin más necesidades que las que le llevan de un lugar a otro sin destino conocido. En uno de aquellos hoteles con casino, se cruza, en una conferencia sobre seguridad y vigilancia, con un exmilitar conocido de antes de su estancia en la cárcel. Allí mismo, conoce a un joven que tiene cuentas pendientes con aquel militar. El contador de cartas  decide tomar bajo su tutela a aquel joven algo descarriado, con el objetivo de que vuelva a la universidad y se olvide de aquellas viejas cuentas que seguro le complicarán la vida. Para ello, y de la mano de una conseguidora de inversores para jugadores profesionales, decide entrar a jugar en partidas grandes para lograr el dinero suficiente para salvar al chaval. 
Schrader, de la mano de Isaac, nos muestra un personaje concentrado en vivir su vida, mirando solo su presente, con vistas a purgar y olvidar un pasado que se le muestra en terribles pesadillas. Su día a día va de mesa en mesa de juego, siempre templado, sin perder los nervios, en una dinámica meditada mediante la que controla sus instintos y el modo de jugar y ganar a las cartas. Es un ser terriblemente solitario, que se cruza con otros jugadores, pero con los que no mezcla más allá de algunas conversaciones. Su soledad es un mantra que le salva de un pasado al que no quiere regresar. Isaac está inmenso en su interpretación medida, en ese traumático seguir adelante, en soledad. Sin embargo, el cruce del chaval y de la conseguidora, le abrirán nuevas expectativas, nuevas esperanzas de futuro para quien, en su rutina, ha estado seguro en los últimos tiempos. 
El director juega con la metáfora del riesgo de las cartas y el de sus protagonistas, en una apuesta en las que las probabilidades le pueden hacer ganar la mano o, sorpresivamente, perderlo todo. Y lo hace magníficamente, en una película casi redonda, en la que las partidas de cartas están fantásticamente rodadas, mientras se entremezclan las visiones y pesadillas, duras y controvertidas, de un terrible pasado que no se olvida. A Isaac, le acompañan, un Ty Sheridan interesante, y una magnífica y para mí desconocida, Tiffany Haddish, conformando, un trío que funciona muy bien, y que me recuerda lejanamente, a Newman, Cruise y Mary Elizabeth Mastrantonio en aquella estupenda El color del dinero. Es más, incluso Schrader realiza un pequeño homenaje al personaje de el jugador conocido como el Gordo de Mississippi de la inolvidable El buscavidas, como sabréis, película precursora de la dirigida por Scorsese en 1986. 





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