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jueves, 7 de diciembre de 2023

"Napoleón"

 

Menudo estreno sonado ha tenido la última película de Ridley Scott, a cuenta del protagonista, el famoso Napoleón Bonaparte, y su versión histórica trasladada a la pantalla, por el director británico. Historiadores, revistas especializadas, aficionados al género y toda persona cercana y aficionada a la historia, han puesto el grito en el cielo por la serie de inexactitudes, errores y licencias que se ha tomado la película. Y bien es verdad que así ha sido. He sido testigo de que se han cometido con el personaje una serie de barbaridades imperdonables y difícilmente perdonables o justificables. Efectivamente, nos encontramos ante un producto cinematográfico de ficción, cierto. Pero también es verdad que la biografía pública del personaje no permite hacer ficción en algunas de las facetas más públicas y enormemente registradas históricamente, sin caer en el error o la exageración. Su esperpéntica presencia en Egipto, algunas de sus cabalgadas al frente del ejército, algunas equívocas fases de sus batallas más importantes, su inexistente encuentro con Wellington, la casi total falta de presencia de sus mariscales en el film, su aparente estupidez y aparente carencia de liderazgo nato simulada e interpretada como una mera temeridad... y muchas más, son detalles y factores que hacen del personaje interpretado por Phoenix, alguien bastante lejano a la realidad de su vida y hechos.
El director de la película, sí que puede jugar con los protagonistas en la vida más privada y personal del personaje, incluso en su posibilidad de cambiar las razones del porqué de algunos importantes sucesos acontecidos en su vida, jugando con la ficción de lo que quiere compartir con el público en su creación. La relación con Josefina, da pie a jugar con esa vida privada y personal, o también, sus pensamientos como causa de efecto de sus opiniones y hechos referenciados a la época que ocupa en la vida. Todos ellos pueden ser objetivo goloso y abierto a la interpretación del director. También es cierto que se nota demasiado que Scott destila una profunda francofobia y una honda aversión por Napoleón, incidiendo en sus debilidades, algunas reconocidas aunque potenciadas convenientemente, como la ambición, su inabarcable ego, su dependencia de su madre y de Josefina, su irrespetuosa postura frente a los monarcas y generales a los que se enfrenta, y muchas otras características que se dieron en su persona. 
Pero también es verdad que Scott olvida por completo sus méritos y aciertos, no solo en su propio entorno más cercano, sus memorables logros militares y su capacidad de generar pasión entre quienes le seguían en las campañas por Europa, sino también, su apuesta por una Francia más moderna en factores tan importantes como la administración del país, la apuesta por la ilustración y el conocimiento o la generación de leyes y códigos que servirán en el futuro de modelo para toda Europa, factores que el director británico olvida por completo en el montaje que ha tenido a bien llevar a las pantallas de las salas de cine. Más allá de esto, encontramos además, una total falta de respeto por un personaje al que maltrata de principio a fin, aunque, repito, en el plano cercano y personal pueda hacer lo que quiera, como creador de una ficción cinematográfica.
Pero, más allá de esto, hay otros factores más cercanos a la producción de la película y al universo del cine al que quisiera dedicar más tiempo en la reseña de hoy, ya que a fin de cuentas, estamos hablando de una producción de cine, más que a un documental biográfico. Por eso, empezaré diciendo, que la película goza de una producción y unos factores técnicos de calidad, como suele ser habitual en el director. La ambientación en general, el esfuerzo técnico invertido en las escenas de batallas, la fotografía en interiores, claramente deudoras de aquellas magníficas escenas de Kubrick en Barry Lyndon, las localizaciones y una banda sonora, dirigida a plasmar los orígenes, la violencia de la guerra, la oscuridad de la presencia de Napoleón en Europa y su destino, son factores relevantes de la película de cierto interés. 
Sin embargo, Napoleón tiene un grave problema en cuanto a su montaje mostrado en los cines. Los saltos temporales sin sentido ni explicación, la visión y presencia de Napoleón sin una evolución clara ni explicable, los saltos indiscriminados a lo largo de los más quince años de presencia del personaje en el film, se acompañan de un flojo, flojísimo guion, en el que las conversaciones son deudoras de la visión fanfarrona, barriobajera y esperpéntica de un Napoleón vapuleado a lo largo del todo el metraje. A esto le acompaña su interesante, pero malograda en pantalla, relación con una Josefina, interpretada por Vanessa Kirby, en la mejor interpretación que encontramos en la película, llena de falsas dependencias, caprichos ridículos, traiciones y muy tontas conversaciones. 
Paso a analizar la presencia de Joaquin Phoenix, en su encarnación de Napoleón Bonaparte, en una, desde mi punto de vista, malograda y plana actuación. En estos casos, siempre tiendo a pensar que por muy bueno que sea el actor o actriz a dirigir, siempre serán las directrices del director de turno, las que malogran o salvan el trabajo de interpretación en una película. A mi, personalmente en esta película, me parece que Phoenix se ha pensado que está interpretando todavía a Joker, en un papel en el que presenta a un Napoleón caprichoso, moldeable e influenciable, con total falta de genio, en el buen sentido de la palabra, y con un nauseabundo halo de fantoche y esperpento. Tal y como parece que se han relacionado en el set de grabación Scott y Phoenix, me da que a las premisas indicadas por el primero, en clara intención de vilipendiar al corso, se suma la libre actuación del segundo, creando un ente plano, sin profundidad, que se presenta ante el espectador mediante una interpretación sin brillo, más bien nubosa y oscura. 
En definitiva, más allá del acierto histórico, que es cierto es imperdonable y el gran hándicap para esta producción, las dos horas y media de la película se hacen un largas, en base a la presencia de un protagonista al que no me creo, la presencia de un muy flojo guion y de un montaje muy discutible. Bien es verdad que Scott tiene preparada una versión de más de cuatro horas que se estrenará en Apple TV, productora de la película, pero con todo, imagínate que ese montaje resultara bueno. En primer lugar, el hecho de realizar un primer montaje que no funciona ya es un grave error y una falta de respeto del director por el espectador. Y en segundo lugar, desgraciadamente, e el montaje largo, la interpretación de Phoenix, auguro que será la misma, es decir, no solo igual de plana y esperpéntica, aino además mucho más larga y exasperante. Asi que no me quedan demasiadas esperanzas, la verdad. Veremos. 


   

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