Aaron Falk, agente federal australiano, regresa a su pueblo de nacimiento, castigado por una sequía que dura meses, para acudir al funeral por el suicidio de un amigo de juventud. La cuestión es que antes de suicidarse, parece que había matado a sangre fría a su mujer y uno de sus hijos. Casualmente, veinte años antes, el agente había tenido que huir de su pueblo por el fallecimiento de una amiga en común de ambos. Al llegar a la población no todo el mundo le mira con buenos ojos, pero la familia del joven suicida le suplica que se quede para investigar su caso, ya que están convencidos de la inocencia de su hijo
Rober Connolly es un director australiano poco conocido por estas lindes europeas. A Eric Bana le conocemos mucho mejor por sus buenas actuaciones en notables películas como Black Hawk Derribado, Troya, Munich, Las hermanas Bolena, Hanna, e incluso la primera propuesta cinematográfica de Hulk. Con estos referentes y su estreno en Movistar +, me ha picado el gusanillo y, la verdad, es que no me arrepiento de haber disfrutado de este thriller dramático ambientado en un pueblo de Australia aquejado por la sequía más dura de su existencia. Cual western en el que el clásico agente de la ley venido de fuera, debe investigar un caso con la ayuda del sheriff local, en contra de toda una población llena de resquemor y malas intenciones, este film fusiona un buen trabajo del director, un guion interesante, aunque se le vean lo flecos un poco más de la cuenta, una magnífica fotografía, una sólida partitura y, sobre todo, una más que aceptable interpretación del protagonista y el plantel de actores y actrices que le acompañan.
Con estos componentes, la peli funciona bien, y maneja dos momentos temporales de la vida del agente federal, en los cuales, el componente personal y sentimental juegan un fuerte porcentaje de emociones. En un pueblo pequeño, algunos secretos no se conocen y ciertos hechos y las causas que los provocan, no siempre son lo que parecen, salpicando de consecuencias a diestro y siniestro. Ambas tramas fluyen bien a lo largo del metraje, conjugando a la perfección esos recuerdos y sentimientos aparentemente dormidos tras veinte años, con el grave problema de sequía que sufre aquel territorio, ahora prácticamente desértico y hostil a cualquier rendimiento agrícola, a lo que se suma los nada deseables incendios. Amores de juventud, venganzas pendientes y las siempre complejas relaciones en poblaciones pequeñas, suman, más que restan a este interesante thriller australiano.
Años de sequía es ese thriller que, sin hacer mucho ruido se presenta de vez en cuando sorpresivamente ante el espectador, para disfrute del mismo. La verdad es que ese tipo de ambientación tórrida y esos paisajes ayudan mucho, y el trabajo de los actores, sin ofrecer grandes interpretaciones, comulgan bien con un guion más o menos solvente aunque sin grandes sorpresas, pero que por el tempo presentado y la buena mano del director, queda en la retina del espectador por su buen hacer. Creo que vale la pena echarle un vistazo.
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