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lunes, 12 de abril de 2021

"Vencer o morir. Una historia militar de la conquista de México" - Antonio Espino López

 
Desperta Ferro Ediciones  ha publicado recientemente un nuevo ensayo del historiador Antonio Espino López, un par de años después de la publicación de su notable libro dedicado a la conquista del Perú, Plata y sangre. La conquista del Imperio Inca y las guerras civiles del Perú. En esta ocasión, el autor se embarca en un concienzudo, detallado y extenso trabajo cuyo protagonizado por la conquista del imperio mexica, liderada por Hernán Cortés. De nuevo lo realiza desde un punto de vista militar, lo que aporta a aquellos hechos, una perspectiva diferente a trabajos anteriores, y una visión, si no novedosa, si inclinada a presentar una nueva visión del cómo se desarrolló aquella conquista.

Diversos e importantes historiadores han estudiado en profundidad aquellos hechos que conllevaron la conquista del imperio desarrollado por la Triple Alianza conformada por las ciudades de Tetzcoco, Tlacopan y México-Tenochtitlan. En este caso el profesor Antonio Espino enfila la suerte de su ensayo en cuanto a su visión militar, tanto en referencia a las tropas de Hernán Cortés, como en referencia a los combatientes nativos que, en ambos bandos, intervinieron en aquella dura, sangrienta y definitiva guerra que ocupó principalmente desde 1519 a 1521, más allá de los años posteriores de consolidación y ampliación de la conquista iniciada por Cortés. Este punto de vista da la oportunidad, mediante el estudio de las fuentes originales, de profundizar en el proceso de la conquista, así como en analizar las distintas versiones que conocemos al respecto de su desarrollo. Varias conclusiones sobrevuelan este ensayo, comenzando por plasmar la importancia meridiana y nada difusa de la participación e importancia, sin paliativos, de los nativos que se aliaron con Cortés en su lucha contra unos mexicas que hasta entonces habían dominado con mano dura a sus pueblos. La aportación de miles de guerreros, tanto en el inicio de la campaña en 1519 como en el asedio y conquista de Tenochtitlan, fueron claves y definitivas para la consecución de la victoria de Cortés. Este dato, con todo, no debe socavar la realidad sobre las dotes militares y estratégicas del de Medellín, quien junto a su constancia y voluntad, sin olvidar la participación de sus avezados capitanes, demostró con decisiones y hechos que aquella sangrienta y victoriosa campaña no fue consecuencia de meras casualidades.

Para llegar a estas conclusiones y algunas más, el autor cimenta sus escritos y estudios en un capítulo preliminar en el que se explaya sobre la creación, las luces y sombras del imperio mexica. La aparición de ese estado mesoamericano, si bien confirmó a la Triple Alianza como el centro de poder económico y militar de la zona, también dio pie al embrión de una serie de encontronazos y desencuentros con los pueblos asimilados por el imperio en base a impuestos, prebendas, injusticias y, sobre todo, poder militar. Fue pura casualidad, fue el momento perfecto, al que aconteció la llegada de Cortés y sus hombres a las costas de Veracruz. Dos capítulos, dos, subrayan los orígenes y el devenir de Hernán Cortés, su llegada a Cuba, su relación con el gobernador Velázquez, sus devaneos con el poder y la búsqueda de influencias en base a lograr un sueño: adentrarse en tierras desconocidas en la búsqueda de riqueza y gloria. Entre finales de 1519 y finales de 1521 Cortés, no solo logrará liderar un grupo de hombres fieles y notables guerreros, sino que además, coincidirá en el momento crítico y exacto para liderar no solo una conquista sino también una auténtica guerra civil mesoamericana. 

Dos capítulos más nos sitúan en el momento exacto en que Cortés tocó tierras nuevas y el posterior hundimiento de todas sus naves menos una de ellas, enviada a dar cuenta de sus primeros contactos con un gran imperio. Sus contactos con totonacas, toltecas y especialmente, los tlaxcaltecas provocaron, en un primer lugar importantes enfrentamientos militares en los que ya se puede observar la disciplina y el sexto sentido del de Medellín en batalla. Estos primeros enemigos, se convirtieron posteriormente en valiosos aliados. La diplomacia y la crueldad sirvieron de instrumentos a Cortés para generar a su alrededor un formidable apoyo de los nativos, quienes poco a poco le acercaron al centro de poder Moctezuma, señor de Mexica-Tenochtitlan. Por supuesto, en estos capítulos y hasta la salida de Cortés de la ciudad en la conocida como Noche Triste, el autor desarrolla la extraña y compleja relación con Moctezuma y su entorno de administrativo y de palacio. Los choques con la religión, especialmente, depararon grandes diferencias entre conquistadores y mexicas, aún permitiendo los primeros a sus aliados aborígenes, en diferentes ocasiones, realizar sus propios sacrificios y ceremoniales religiosos para mantener y aprovechar su alianza. Mientras tanto no olvidemos la importante victoria que disfrutó Cortés sobre Narváez, el enviado del gobernador de Cuba. Si bien por un lado, le agenció más armamento y hombres, también en su ausencia se produjo el grave incidente de la matanza liderada por su lugarteniente Alvarado, provocando la crisis de la posición de los de Cortés  y la posterior salida de Cortés de la capital. Resultan muy interesantes los comentarios del autor sobre la importancia o no, del armamento europeo en contraposición al utilizado por los indígenas mesoamericanos, así como del uso del caballo como arma de guerra y los bergantines construidos más adelante, para su asedio sobre Tenochtitlan.

Ya fallecido Moctezuma, Cortés ve insalvable su posición en la capital y decide huir con el oro recopilado en su estancia. Las pérdidas con terribles para ambos bandos, pero más delicadas en cuanto al número de europeos fallecidos en aquella noche oscura y sangrienta. Sin embargo la presencia y voluntad de Cortés le llevó a regresar a los territorios controlados por los suyos y organizar, junto a sus aliados y en base al grandísimo número de tropas nativas aportadas por ellos, la verdadera y definitiva conquista del Imperio Mexica. Tras la salida de Cortés y sus aliados en la Noche Triste y un capítulo en el que se detalla la preparación de la invasión definitiva del territorio mexica, dos imponentes y extraordinarios capítulos nos cuentan al detalle más minucioso, el inicio del asedio y la caída de Tenochtitlan. El avance del español y sus huestes hicieron que poco a poco las grandes ciudades mexicas cayeran bajo su arrojo y también bajo su dureza y crueldad. Una guerra sin tregua se fraguaba ante la continuada oposición a llegar a un acuerdo pacífico por parte del nuevo señor mexica, Cuauhtémoc. Llegados a Tezcoco y dominado su territorio, el siguiente paso fue la toma de Tlacopan y el posterior asedio de Tenochtitlan. Para ello Cortés ordenó la construcción de una flota de bergantines y la distribución de las tropas españolas y nativas entre sus capitanes Alvarado, Sandoval y Olid. Día tras día los avances por las calzadas que llevaban a la capital, venían seguidos de retiradas nocturnas. Mientras los defensores de la ciudad destruían y bloqueaban las calzadas y puentes, los de Cortés y sus capitanes reconstruían y conquistaban toda oposición que se les ponía delante, para después, por la noche, ver como de nuevo los mexicas volvían a levantar sus defensas. Como bien apuntó en su reseña mi amigo hislibreño, Oscar González Camaño, aquellas jornadas se convirtieron en algo parecido a la terrible campaña de Stalingrado de 1942 y 1943. Sin embargo y a pesar de alguna que otra dura derrota europea, la ciudad cayó definitivamente en manos de Cortés mediante la destrucción de la ciudad conforme avanzaba con sus tropas. Me reitero en la impresionante descripción que el autor realiza en estos dos capítulos referidos al asedio y conquista de Tenochtitlan... imprescindibles y dignos de leer y releer.

Aquí no acaba este ensayo. Tras los hechos referidos en los capítulos previos, Cortés tenía que llevar a cabo la compleja labor de consolidar su control del imperio derrotado. Sus capitanes fueron enviados a nuevas campañas a Honduras, Guatemala y, el mismo, lideró la que s ería su mayor derrota en tierras de Las Hibueras, para  años después, organizar algunas expediciones a Baja California. Su regreso a España encontró más decadencia que honor en su búsqueda de reconocimiento por parte de Carlos I y posiblemente "... su final fue demasiado triste e hiriente para un personaje del recorrido de Hernán Cortés". Tal y como indica Antonio Espino en el último párrafo del libro, Cortés fue un hombre de gran genio militar y con una capacidad organizativa llamativa, como corresponde a un líder militar nato. Por otro lado, su extensa trayectoria no estuvo exenta de actos crueles y violencia extrema, realizados en su búsqueda de hacer claudicar a un estado mexica en crisis pero todavía especialmente fuerte y belicoso. Todo ello, queda implícito en su vida y carrera de conquistador. Más allá de que lo uno o lo otro destaque sobre lo demás, sin duda, Hernán Cortés no nos puede pasar desapercibido en la Historia, y más aún, tras la lectura de este contundente, detallado y notable ensayo, que aporta una visión diferente del personaje y desde luego necesaria para ampliar al lector la visión de su figura en la historia.

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