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domingo, 15 de diciembre de 2019

"Tres mil años de guerra y paz" - Jonathan Holslag

Un vez leído el título del ensayo protagonista de la reseña que aquí comparto, el lector tendría la impresión de enfrentarse a un volumen tan extenso como arduo. Sin embargo, nada más abrir su índice, no solo observamos que el ensayo consta de poco más de quinientas páginas y que sus capítulos dividen los tres mil años afrontados por el autor en bloques de doscientos cincuenta años cada uno, sino que además, conforme avanza la lectura, descubrimos que la capacidad de concreción de Holslag, es suficiente para plasmar este reto, negro sobre blanco, con asombrosa facilidad y erudición. Todo lo cual hace de este libro, una lectura ineludible.


Johathan Holslag es profesor de Política Internacional de la Universidad Libre de Bruselas, lo que justifica con suficiente eficacia y rotundidad, el perfil claramente politólogo del ensayo, en su afán por dirimir a lo largo de la historia del mundo, las claves de las mil y una situaciones de paz y guerra, con las que se encontraron las diferentes civilizaciones, pueblos, imperios y sociedades, que compartieron y combatieron a lo largo de los tres mil años que engloba la obra. Una pregunta en especial, llevó al autor a emprender tan complejo y tortuoso estudio. ¿Qué quiero que las personas que deben modelar el mundo sepan sobre la historia política mundial, teniendo en cuenta que tienen tantos temas en los que trabajar y cursos que hacer? Como respuesta a ello, su oferta recoge un intento por familiarizarnos con sucesos históricos y las relaciones, tratados y experiencias diplomáticas en el marco internacional, acontecidas a lo largo de los siglos, con el supuesto fin de dar sentido al mundo actual y entender los procesos acaecidos en la historia y los que pueden devenir en un futuro.

La tarea del autor consiste en desglosar por periodos y niveles las reglas de la política mundial. Respecto a los periodos, cada capítulo aporta un cuarto de milenio, ofreciendo una coherente visión de la historia. Respecto a los niveles de estudio, Holslag los divide en cinco, refiriéndose a la distribución del poder, historia de la organización política y sus entidades, la interacción entre unidades políticas, la relación entre las personas y el planeta, y una reflexión sobre la evolución de la política mundial a lo largo de la historia. Todo ello se encamina hacia el intento por resaltar el impacto de la política mundial en la gente corriente, ahondando en el estudio de las causas de los conflictos, sus consecuencias y repercusiones, ya sean económicas, demográficas o coyunturales, y los intentos diplomáticos por detener la capacidad humana por ejercer violencia y sufrimiento. Es cierto que en ocasiones, estos mismo actos de guerra tenían como fin, provocar el mismo objeto que se buscada evitar, potenciando en cierta manera los intereses egoístas, que aunque promovieran acuerdos y treguas, en muchos casos, daban como resultado un efecto contradictorio.

Las conclusiones son muchas y especialmente concluyentes. Tal como nos explica el autor, el sueño de la paz es eterno y universal, pero el solo hecho de buscarla y desearla, en multitud de ocasiones ha provocado el conflicto y la guerra. Incluso los periodos ganados por la paz y la armonía, tal como los define Holslag, han sufrido de conflictos sociales, desigualdades y enfrentamientos fronterizos. La superioridad moral absoluta, abanderada por unos y otros, resulta vacua y falsa, dependiendo quien la porte. Los campos de visión y sus conclusiones son opuestos, dependiendo el bando en el que ponga la vista el estudioso e historiador. De ahí que esa supuesta superioridad moral cargada de oportunismo, provoque a lo largo de la historia acusaciones mutuas de ser el agredido y ofendido en todos y cada uno de los conflictos mundiales. Concluye que la carga de responsabilidad no absuelve en general a ninguno de los bandos enfrentados. La seguridad para unos y el poder para otros, en infinidad de ocasiones, confluían en el mismo punto, provocando resultados devastadores. De ahí la determinación de autor en insistir en la carga de humildad con la que se tiene que rodear el diplomático actual, como principal reducto frente a las fuerzas destructoras del miedo y al envidia. Sabia conclusión afrontada, tras este estudio metódico y más que digerible de nuestra historia a lo largo y ancho de tres mil años.

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