Segunda temporada y parece que penúltima, de la última creación de David Simon en su acertado acercamiento a The Deuce, un barrio de Nueva York en el que el negocio de la prostitución y el mundo del sexo evolucionan a lo largo de los años setenta, desde el simple mercadeo sexual de prostitutas y chulos, hasta el nacimiento del próspero negocio de la pornografía en todas sus facetas, a nivel empresarial, abarcando cine, locales de cabinas, puticlubs y negocio inmobiliario.
Si en su primera temporada nos sumergíamos en un universo de gran dureza, donde las prostitutas vivían prácticamente esclavizadas en la calle, de la mano de sus proxenetas y sus abusos, en esta segunda entrega, algo se mueve en el barrio, dando paso a emprendedores que, de la mano de la mafia y también de avispados personajes con ánimo de medrar en un sueño que les saque de las calles y lo banal, revolucionan el mundo del sexo. El cine pornográfico evoluciona hacia películas con argumento, tonteando con el género de autor, pero sobre todo, convirtiendo un negocio con mala fama, en una oferta para masas.
La prostitución continua en su dura realidad pero, sin embargo, las propuestas de algunas exprostitutas y quienes les apoyan, buscan proteger los intereses y derechos de unas mujeres denigradas por su profesión, generalmente realizada en muy malas condiciones. Esto creará graves choques con los intereses de los chulos, hasta entonces dueños de las calles. El negocio se estandariza y organiza en locales protegidos y aunque la calle sigue siendo su lugar de trabajo, otras opciones cobran fuerza. Con todo, la mafia y la policía pujan por controlar las calles y, el ayuntamiento, ante las posibilidades inmobiliarias del barrio, no cejará en tomar parte de una revolución que llevará al barrio a otros niveles, algo que me imagino veremos en la siguiente temporada.
Por supuesto, los protagonistas de la primera temporada, especialmente James Franco, en su doble papel, y Maggie Gyllenhaal, mantienen sus espléndidas interpretaciones, en cuanto que desarrollan sus personajes de una manera exponencial, especialmente la segunda. Es significativa la importante apuesta de Simon, como es propio de él, en ambientar fielmente la sociedad que retrata, en el camino que compuso en su increíble "The Wire" y en un segundo plano con "Treme", pero siempre aportando continuidad y líneas cruzadas en sus distintas tramas, además de evolución social y vital del barrio que describe y que como tal ,protagoniza sus series.
Magnífico escenario que muestra desde el punto de vista de los personajes, la historia más cercana de una sociedad que evoluciona con sus problemas y avances sociales, entre los intereses de ayuntamientos, empresarios o mafiosos, pero sobre todo en la piel de sus ciudadanos, auténticos testigos de un barrio que evoluciona con la sociedad, en lo malo y en lo bueno... según por donde se mire. Magnífica segunda temporada, a la espera de la tercera... me imagino enfilada a mostrarnos el boom del vídeo y la industria de la pornografía, el problema del sida y la explosión inmobiliaria de Nueva York, entre otras cosas.