Dos hombres buscan en un pequeño pueblo a un exboxeador que regenta una gasolinera. Momentos después, el hombre muere a tiros. El agente de seguros de la compañía que debe hacer efectivo el seguro de vida del hombre asesinado, comienza a excavar en su pasado, para descubrir las razones y lo que se esconde detrás del asesinato.
Esta es la base de la trama de la película del alemán exiliado a norteamérica antes de la 2ªGM, Robert Siodmark y en la que debutó un joven y prometedor Burt Lancaster. Un de los factores más interesantes del film es su estructura. Comenzando con el asesinato del protagonista, el director, por mediación del agente de seguros, va describiendo el pasado del boxeador. Un rudo, prometedor pero perdedor personaje, que tras romperse la mano en un combate, se acerca peligrosamente a un grupo de malechores dirigidos por un peligroso mafioso, para ganar dinero delictivamente. Es cuando conoce una mujer fatal interpretada por la bellísima Ava Gadner, de la que se enamorará, por la que irá a la cárcel y de la que sufrirá más de un desengaño a lo largo de la película. De esta manera Siodmark, presenta un listado de personajes, de los que el espectador, poco a poco irá descubriendo su posición en la trama, sus deseos y sus actos. Pero siempre en un goteo continuo lleno de suspense y misterio.
Además de un argumento muy bien construido, la película tiene importantes bazas a su favor. Principalmente, me parece que goza de una fotografía en blanco y negro espectacular. Sus luces y sombras, los picados y contrapicados, la limpieza de sus imágenes y el uso de la luz, a veces mínima, en lugares poco espaciosos o los puntos de iluminación, que parecen casi naturales en las escenas callejeras, es su característica más loable. El uso de la cámara, utilizándola de mil maneras posibles, consiguiendo enfoques y encuadres, francamente maravillosos, es uno de los factores determinantes del director. Además la película disfruta de unas interpretaciones muy logradas, en las que los protagonistas atrapan sin ningún problema los caracteres de los personajes, algunas veces controvertidos y otras más definidos. Burt Lancaster logra llenar una pantalla, que con el tiempo se rendirá a sus pies. Ava Gadner, aún apareciendo poco, consigue desprender su determinante imagen de mujer fatal por la que cualquier hombre moriría. Se acompañan de otros actores secundarios, que completan un elenco más que interesante.
Además de un argumento muy bien construido, la película tiene importantes bazas a su favor. Principalmente, me parece que goza de una fotografía en blanco y negro espectacular. Sus luces y sombras, los picados y contrapicados, la limpieza de sus imágenes y el uso de la luz, a veces mínima, en lugares poco espaciosos o los puntos de iluminación, que parecen casi naturales en las escenas callejeras, es su característica más loable. El uso de la cámara, utilizándola de mil maneras posibles, consiguiendo enfoques y encuadres, francamente maravillosos, es uno de los factores determinantes del director. Además la película disfruta de unas interpretaciones muy logradas, en las que los protagonistas atrapan sin ningún problema los caracteres de los personajes, algunas veces controvertidos y otras más definidos. Burt Lancaster logra llenar una pantalla, que con el tiempo se rendirá a sus pies. Ava Gadner, aún apareciendo poco, consigue desprender su determinante imagen de mujer fatal por la que cualquier hombre moriría. Se acompañan de otros actores secundarios, que completan un elenco más que interesante.
Una película oscura, llena de suspense, perdedores y detalles al más puro cine negro americano. Una gozada narrativa en la que, al ritmo del director, te sumerges en una historia sórdida, en la que vislumbras que nadie va a salir bien parado. Un disfrute para el aficionado al cine.