Cuando un veterano ojeador de jugadores de ligas menores de beisbol, comienza a tener problemas de visión, y el club con el que trabaja está pensándose muy seriamente deshacerse de él, su hija, abogada a la que le aguarda un exitoso futuro, decide acompañarle en la última semana antes de la elección del draft para la nueva temporada.
Clint Eastwood actúa en esta película de género sobre el beisbol, sin intervenir en la dirección ni en ningún otro factor de su producción, y se nota. Es decir, el director novel, Robert Lorenz, presenta en la figura del ojeador anticuado, pero con un olfato estupendo para localizar nuevas promesas, a un anciano gruñón, viudo y que no se habla con su hija desde hace muchos años. Realmente es un papel que hemos visto en otras ocasiones en la figura del mítico Eastwood. Lo que pasa, es que no se dirije a sí mismo y el guión, bastante soso, flota entre la comedia romántica alrededor del deporte, y el drama de un anciano anticuado, al que los nuevos tiempos pretenden jubilar a pesar de los años de trabajo y esfuerzo.
Sólo la figura de Clint Eastwood logra dar cierto empaque a esta película ñoña y aburrida. Ni siquiera, la en otras ocasiones estupenda, Amy Adams, logra aportar calidad a su papel de hija absorvida por su trabajo y que se siente incomprendida por su padre. La participación de Justin Timberlake y John Goodman tampoco logran levantar una película, sólo recomendada a los amantes del beisbol y de las comedias románticas entre antagónicos.
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