Año 1901. En Palizzolo, un pueblo enclavado en Sicilia, se rumorea que ha surgido una plaga de cólera entre la población. Matteo Teresi, un abogado cercano al pueblo y mal visto entre la aristocracia, comienza a indagar y descubrir que detrás de aquella rumorología se ha producido un extraño acontecimiento que desequilibrará la paz de la población.
Basado en un hecho histórico acontecido en Sicilia, Camilleri hace trabajar su maravillosa imaginación encauzada a su ya clásica y irónica narrativa, para reconstruir y engrandecer argumentalmente una trama en la que el enfrentamiento entre la nobleza y el pueblo, la participación del clero en la vida diaria de sus feligreses, los dimes y diretes entre el poder establecido, y la participación de los tribunales y la fuerza de carabineros, conjugan una jugosa y divertidísima novela. Los equívocos, los intereses buscados, las envidias y la presencia de los poderes locales, se manejan con maestría en la crítica del autor hacia aquella sociedad establecida en estratos sociales inmutables. Y lo hace cargando las pilas en aquella aristocracia rural, acompañada del establecido y robusto pilar de la Iglesia y sus clérigos y párrocos, factores tan tradicionales y conservadores en aquella sociedad siciliana. En este caso, Camilleri se apoya en el personaje del abogado, un hombre clarividente que, acompañado de su sobrino, ejerce cual Sherlock Holmes en descubrir los entresijos que rodean tanta murmuración y secretismo. Caso aparte, es la aparición, firme y un tanto caricaturesca, del carabinero al cargo de la investigación de unos sucesos que se entre mezclan y dispersan las pesquisas que finalmente apuntarán a los causantes de tanto jaleo.
Novela corta, de apenas doscientas páginas, La secta de los ángeles recoge en sus páginas lo mejor del autor italiano, atesorando ironía, sarcasmo y crítica, junto a ese gran factor que siempre le acompaña en su dominio del suspense y el uso de los personajes carismáticos y bien construidos. Esa capacidad para plasmar una época y una sociedad tan reconocible, es uno de los factores que más me gustan del novelista, permitiéndole enfrascarse en escenarios variopintos temporalmente hablando, y siempre ahondar y expandirse en la creación de personajes a los que lleva a situaciones extremas, esperpénticas y casi siempre, dotadas de cierto misterio. A esto añade ese uso de lo sexual tan clarividente y directo, que hace que todo se tome con cierta naturalidad, especialmente en lo escabrosamente hablando, que lo aparentemente oculto e innombrable, torna real por muy incómodo que a veces pueda resultar. Esta suma de características tan propias de él, hacen de su narrativa, algo inigualable y para mí, especialmente atractiva. Vamos, que me lo he pasado genial leyendo esta novela.
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